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sábado, 25 de marzo de 2023

GALGUIENES


Es imposible mirar los ojos de un perro y no ver el amor en su forma más lúcida y benigna. Están límpios de culpa, pecado y mentira. Sucede lo mismo de uno u otro modo con todos los animales, pero la conexión humana con el perro es la más intensa de entre todos, al menos en la mayor parte del mundo, porque no va de cultura, sino de abrazar la empatía y el vínculo que transmiten.


Existen algunos avances animalistas que veremos en vida, de un modo más o menos generalizado. Uno es el fin de los circos o la experimentación con animales, la tauromafia, los zoos y la caza con perros. Me gustaría añadir la caza en general o el mascotismo, pero la sociedad no está preparada -si es que alguna vez lo ha estado completamente- para cualquier cambio. Para quien quiere un mundo nuevo respecto a nuestra relación con el resto de faunas, todo es siempre demasiado lento. La caza con perros es una actividad que muestra crueldad, pero ante todo la inutilidad de quien caza para lograrlo por sus propios medios, siguiendo rastros y entendiendo la naturaleza como se hacía hace 5000 años, eso nunca lo hace el cazador habitual.


En España se calculan medio millón de perros explotados para cazar, lo cual delata la incompetencia y las nulas dotes cinegéticas de esa chusma de protohumanas españolas que se hacen llamar ampulosamente ¨cazadoras¨, comparándose generosamente con leones, lobos o águilas, y que no llegan en aptitudes, ni a la pelusilla de sus patas. Gente que sin ese armamento cada vez más mortífero, drones de seguimiento, perros, todoterrenos y tecnología a cuál más letal y perversa, no pasarían de cazar las bandejas de carne de la nevera del supermercado, como máximo trofeo. De ese medio millón de perros, de 200 a 300.000 son galgos, podencos el resto, y algunas otras razas. Una vez acabada la temporada de caza, los miembros de los pelotones de fusilamiento abandonan o ejecutan a 50.000 de ellos.


50.000 perros. Anualmente. Sólo en España. Lo cual no evita que esos ¨cazadores¨ se golpéen el pecho defendiéndose afirmando que ¨aman a sus perros¨. La desvergüenza y la estupidez, de la mano. Existen cerca de 200.000 licencias en España para caza con galgo, y cada energúmeno fusilador posee de 3 a 5 perros, que renuevan cada 2 o 3 años. Dependiendo de cómo se comporten, algunos de ellos duran sólo meses si no les resultan útiles. Son herramientas, y las herramientas son cosas, y las cosas se tiran. No les implantan chips identificativos, pero incluso en el caso de que los pongan, los abandonan o los matan con el cuello degollado o las orejas cortadas para poder extraer el chip, denunciando que los robaron o se escaparon como modo de coartada. Los perros son lanzados a pozos o barrancos, donde se les suelen romper los huesos en la caída, hasta que mueren de sed, hambre, miedo, traumatismos y soledad, o son ahorcados vivos con una cuerda. El sadismo de esta práctica consiste a menudo en hacerlo con una cuerda especialmente corta para que no puedan sentarse, o mantenerlo colgado de pie, con las patas de atrás apoyadas, buscando tocar el suelo para no asfixiarse. A esta práctica, los palurdos la llaman ¨escribir a máquina¨. También son atados con alambres a árboles, con un palo en la boca para que no puedan alimentarse, o asfixiados en bolsas de basura… porque ni siquiera valen lo que cuesta una bala que los mataría rápidamente. Todavía recuerdo en mi infancia ver perros secos, en puro cuero, ahorcados en los alrededores del pueblo donde me crié, colgados por los cazadores y los pastores. Las décadas no hicieron en esa gente más que darles una apariencia humana, pero siguen siendo, esencialmente, mierda.


La Federación española de galgueros tiene registrados entre 30 y 35.000 perros, aunque sus muestras de adn o tatuajes de control no llegan a 15.000. Sólo se mantienen con vida a las hembras, para hacerlas parir una y otra vez, sin respetar sus ciclos biológicos y aumentando el precio de los cachorros si son de la federación. Se matan muchos cachorros que no hayan sido reservados, porque son cosas y las cosas se tiran.


Los paletos que practican ¨caza¨ intentan a menudo curar heridas de los galgos o cortar sus espolones sin conocimiento veterinario, provocando lesiones físicas y psíquicas de por vida. No se registra ni se lleva a juicio apenas una milésima parte de los abandonos, ni se contabiliza cuántos son adoptados por particulares o protectoras, existiendo una auténtica red europea de adopción responsable para salvar a cuantos galgos se pueda de la necia furia española y de sus leyes primitivas aprobadas por juristas primitivas y políticas primitivas, tal como existió en su momento una red europea de salvación de judías del régimen nazi, y por los mismos motivos.


El entrenamiento de galgos es otro horror. Atados a coches en grupos, haciéndolos correr por carreteras rurales y pistas, sin importar si están a 45 grados al sol o bajo el hielo de madrugada. Si existen robos de galgos ¨pertenecientes¨a la federación o campeones en concursos, estos son cometidos por otros ¨cazadores¨, legales o furtivos que en realidad son los mismos. España es el país con más cazadores de Europa, con el historial más alto de abandonos, y jamás un cazador ha entrado en prisión, incluso siendo juzgado y condenado por auténticas masacres de destripamientos, crueldad sádica, saña psicópata y tortura contra animales. Por otro lado, pero por el mismo, un gran porcentaje de femicidios cometidos en España son llevados a cabo por disparo de arma de caza. Caza y asesinato de mujeres están relacionadas, los cazadores llegan a amenazar, apuntar y matar a gente, incluso guardias forestales o sus propios hijos. Recoger setas, hacer deporte o pasear por el monte, ha sido la condena a muerte de muchas personas. Se calcula que cada semana al menos un äccidente de caza¨ sucede en el territorio español.



Últimamente ha sido llevada a cabo una reforma de las leyes animalista que protege a todos los perros… salvo a los usados en caza, los cuales llevan precisamente el peso de la más trágica suerte de cuantas existen. Los motivos de esta incomprensible exclusión y desamparo es el lobby cazador entre muchas personas del gobierno. España es un país de caciques, esencialmente franquista, infierno para el galgo y otros perros usados en caza y para todos los animales en especial. Recordemos que en España sigue esa nauseabunda tradición de mutilar y acuchillar a un toro mientras miles de personas ríen...

Permitir la caza sólo por motivos pretendidamente reguladores es como pegar a las mujeres sólo cuando lo merecen. Acercarse a la naturaleza para disparar a sus moradoras, es como acercarse al amor para violarlo. Por otro lado la caza nunca ha regulado nada, sólo existe para que gente peligrosa canalice su violencia y su placer sádico por el asesinato contra los animales no humanos, en lugar de contra los humanos. Para garantizar ¨material de suministro¨ para esa pulsión asesina, existen 802 granjas de repoblación de animales silvestres, como jabalíes, liebres, perdices, ciervos, corzos… o cotos de semilibertad, que no son sino granjas, con animales acostumbrados al ser humano, y que no huyen cuando los acechan y ejecutan. Un familiar mío gestiona el segundo coto de caza más grande del país, con 10.000 ha. y fotografiar los animales allá no requiere esfuerzo, por lo confiados que son.


250.000 zorros anuales son ejecutados por la turba cazadora, acusados de esquilmar ¨sus¨ piezas de caza, y los perros son muy utilizados en esos crimenes, aniquilando madres lactantes y zorreznos en sus propias madrigueras. El campo español no es más que un inmenso paredón de fusilamiento, donde siguen las hordas franquistas, fusilando republicanas. No es casualidad que España sea el segundo país del mundo con más fosas comunes no exhumadas de la guerra civil. España sigue, esencialmente, siendo franquista, lo repito. La caza no regula poblaciones, es mentira, en ningún país, sólo es una actividad genocida y ecocida, que deja toneladas de plomo ultracontaminante para aves de zonas húmedas y ecosistema acuáticos. La caza es sangre, tripas, basura y barbarie.


Nuestra relación con los perros -ya desde sus inicios cinegéticos- no es tan romántica como queremos pensar. La historia de Hachikō, el famoso perro japonés que esperaba todo el día a su cuidador y que siguió esperándolo cuando murió, no es otra que la del amor romántico trágico, la de un perro esclavo de su lealtad y de su purísimo amor no correspondido, condenado a amar a alguien perteneciente a una especie que no sabe de amor. Sin interactuar con otros perros, consumiendo su vida en la espera a cambio de unas migajas de ternura, como una versión contemporánea de Penélope que los machos de nuestra especie hicieron leyenda y ensalzaron en cine, literatura, monumentos y mitos, para mantener fresca la idea de la sumisión, para mostrar cuál es el buen camino de los ¨buenos animales de compañía¨ -similar al concepto de ¨buena esposa¨-, relegados a un papel asignado: la esclavitud, la servitud emocional, su rol de mascotas al servicio de las necesidades y caprichos emocionales de la gente, incompetente en cualquier materia amorosa. No estamos a la altura del amor de los perros, y tomamos su amor como el modelo de amor, sin poner de nuestra parte.


Pero la gente sigue comprando perros ignorando que son versiones artificales de animales, señalados por la muerte prematura y el sufrimiento. Si compras por ejemplo un galgo, gran danés, braco de weimar, san bernardo, pastor alemán, rotweiller o mastín, entre otros, se condena a vigilar durante su vida la cantidad de comida y bebida que ingiere, porque se le puede girar el estómago, y morir. También sufren problemas articulares y cardiovasculares. Un pastor collie es probable que desarrolle problemas en la retina y el nervio óptico hasta la ceguera. El pug u otra raza de hocico corto sufren a una mala respiración, incomodidad y sufrimiento constante. Con un labrador, deberás vigilar que haga paseos largos, porque tienden a desarrollar obesidad y problemas de salud. Si compras un dachshund o perro salchicha, tendrá problemas de espalda o hernias discales durante toda su vida. Los doberman o cavalieres king charles solerán tener problemas de corazón, el husky sufrirá trastornos inmunitarios y úlceras. Si compras bulldog inglés y frances, carlino, Boston Terrier o Shih-tzu, probablemente tendrá problemas en los ojos, desprotección o lesiones durante su vida, un dálmata o cocker spaniel podrán tener problemas de audición, y un tokshire terrier, podrá desarrollar enfermedades hepáticas Si compras un boxer, su tendencia será al cáncer y los tumores, un chihuahua, tendrá propensión a problemas de cabeza y tráquea, un caniche podrá padecer de glaucoma, el bullterrier, tal vez desarrolle acrodermatitis letal, y muera antes de ser adulto. Los shar pei tienden a problemas de dermatitis, displasia de cadera, cataratas, hipotiroidismo o megaesófago… y un largo etcétera. Los animales de raza son chapuzas creadas por el delirio megalómano de mercaderes racistas, más interesadas en su concepto de belleza que en la salud y vida del animal. Comprar perros de raza es reconocer que importa más el sentido estético que la vida del animal. No se quiere al animal, en resumen, sino a una misma, condenando a la madre en un criadero a seguir siendo preñada y perder a sus hijos para el lucro de mercaderes, a ser asesinada cuando deje de ser productiva o a ser abandonada, mientras miles de otros perros sin raza serán matado en albergues saturados.


La caza con perros debe abolirse, los galgos nos miran, esperan nuestra respuesta, que detengamos su dolor. Legalizar la caza sólo porque hay quien la disfruta, es como legalizar el racismo sólo porque existen millones de racistas. Más allá de los gustos personales (criminales en muchos casos), las leyes deben comprometerse con el avance ético de las sociedades, independientemente de la idiosincrasia de las culturas o los hábitos. No hay ética cuando hay víctimas, no hay sociedad cuando hay víctimas, sólo cementerios de asfalto. Los galgos en realidad son galguienes, alguienes, no algos, seres increíblemente tiernos y vivaces, con el gen de la sensibilidad a flor de piel, en sus ojos se refleja su interior noble y genuino, como el que expande la mirada del cerdo o del pez, inquietas y curiosas por la vida, deseosos de felicidad y paz. Sí, igual que nosotras.

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