Hablar en nombre de las personas no humanas exige una responsabilidad
y una exhaustividad enormes, dado que requiere cierto grado de pureza poco
habitual -cuando no inimaginable- en el escuálido pensamiento abstracto de
nuestra corrupta protoespecie. Aunque hay humanas buenas, y entendemos por
bondad hacer el bien dentro de un marco ético a menudo en conflicto con los
intereses personales, o dentro de una inercia de brutalidad y una resolución
chapucera de las situaciones, característica a la mayoría de nuestras culturas
(sí, estamos en condiciones de cuestionar cada cultura desde un rasero moral).
Porque traer una
hija al mundo o hacerse cargo de una persona no humana no otorga ningún derecho
sobre ella, sólo responsabilidades.
Pero hay hombres (y no digo seres humanos), que hicieron
daño a Greta, a Leben, Angelines, a Félix, a Soleil, a Julieta, a Flor, a
Justice, a Fantasía, y a la mayoría de las habitantes del Hogar Provegan, donde
estuve hace unos días. Los hombres hicieron daño a Greta, rompieron su corazón,
por eso huye de ellos cuando puede, y si no puede, entra en pánico y ladra.
Reconozco ese ladrido, es antiguo, dulce y amargo, lo acompaña la mirada de
desconfianza de quien sufrió, -quien trabaja con niñas vulneradas la conoce
bien-. Es el ejemplo de que debemos levantar nuestras sucias botas de la fauna
y la naturaleza para dialogar con ella, abandonando la posición vertical para
trabajar la horizontalidad con las personas no humanas, porque relacionarse
significa hacerlo con alguien, y no contra alguien.
Pretender que
una entrenadora de personas no humanas en el circo primitivo tenga algún tipo
de legitimidad para hablar de comportamiento animal es como afirmar que una
funcionaria de prisiones sepa de naturaleza humana basándose en su experiencia
como carcelera. Todas las personas encerradas mantienen una conducta
diametralmente opuesta a la natural, o en todo caso diferente, pues solo somos en libertad. Por ello, en los
refugios para personas no humanas que fueron explotadas (como el Hogar Provegan
en este caso), defienden el principio del libre albedrío como prioridad de
cuitado y custodia, pues nadie en situación de dominio (y la tenencia lo es),
está capacitada para hablar de etología. El comportamiento individual y
colectivo se destruye en incomodidad, tensión, esclavitud o peligro
de muerte, porque situaciones extremas conducen a actuaciones extremas. Porque
el discurso especista de depredación, parasitismo y competitividad natural,
elude la lealtad, el altruismo, el amor, el comensalismo, el mutualismo, la
confianza, la cooperación y la amistad, entre otros valores que se hallan en la
naturaleza y que debemos recuperar para nuestra sociedad.
Paleando tierra
en los nidos para cerdos, Angelines se viene a mí riendo como siempre, con un
cuii, cuiii simpático, una risa diferente como la de cada cerdo y que Mulán por
ejemplo no tiene, porque posee otra. Fantasía abandona el bosque y se restriega
tumbándose en la tierra que coloqué para que la riña, Xavier me sigue por el
camino para que le rasque la espalda, la piara hace socavones en la tierra para
disgusto de Jon y las risas durante las comidas en la mesa relajan un ambiente
de confianza donde no cabe preguntar si esto o aquello es vegano, porque otra
comida no hay. Las personas no humanas en El Hogar Provegan viven ahora sus dos
vidas, la física rescatada y la psíquica recuperada, disfrutando para ello
espacios de plenitud que jamás antes tuvieron. Caminar por el bosque descubriendo
caballos, vacas, cerdos o cabras y ovejas es un raro ejercicio de dicha, porque
son personas asociadas a los barrotes, hormigonados, rejas, jaulas, bridas o
crotales que las impuso la cultura de la violación de patriarcapitalismo.
Sólo en España
existen 20 santuarios de respeto para personas no humanas, y cada cual en la
medida de sus posibilidades, ofrece la oportunidad de vivir a algunas de esas
refugiadas en esta guerra unilateral contra el deseo de la vida, la primera
oportunidad de hacerlo tras esa supervivencia en manos del espejismo que
sufrieron antes. Personas que ayer estaban hacinadas en sus propios
excrementos, plagadas de tumores y enfermedades, fracturas, mutilaciones,
problemas respiratorios y todo tipo de agónicas condiciones propias de la
explotación, hoy respiran y corren si les da la gana, como Ruby y el resto de
vacas, trotando detrás de Nuri al creer que lleva comida. El corazón de una
suspira.
De mi segunda
visita me llevo la tranquila sonrisa de Elena atareada siempre y siempre con el
brillo vital en los ojos, la grave responsabilidad de Jon, el cariño por cada
habitante de Nuri, el codo a codo del voluntariado, la velocidad trepidante de
la cola de Leo cuando ve a alguien, la maldad buena de Comino, la fugacidad comilona
de Gota, la gracia de Campanilla mientras sembramos avena por la noche y se
acerca con cara de “hola k ase?”... En fin, la calidoscopia de las
personalidades de esas embajadoras de la vida, que renacieron de su terrible
dolor pretérito. Conciencias que han recuperado su paz, individualidades que
pueden manifestarse sin miedo, seres cuya buena suerte les ha traído desde las
profundidades del horror, a un paraíso donde satisfacer lo esencial, el deseo
de la vida y de la libertad. Apoyad santuarios veganos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario