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domingo, 4 de diciembre de 2016

PASEOS POR EL DESEO DE LA VIDA




 Hablar en nombre de las personas no humanas exige una responsabilidad y una exhaustividad enormes, dado que requiere cierto grado de pureza poco habitual -cuando no inimaginable- en el escuálido pensamiento abstracto de nuestra corrupta protoespecie. Aunque hay humanas buenas, y entendemos por bondad hacer el bien dentro de un marco ético a menudo en conflicto con los intereses personales, o dentro de una inercia de brutalidad y una resolución chapucera de las situaciones, característica a la mayoría de nuestras culturas (sí, estamos en condiciones de cuestionar cada cultura desde un rasero moral). Porque traer una hija al mundo o hacerse cargo de una persona no humana no otorga ningún derecho sobre ella, sólo responsabilidades.

          Pero hay hombres (y no digo seres humanos), que hicieron daño a Greta, a Leben, Angelines, a Félix, a Soleil, a Julieta, a Flor, a Justice, a Fantasía, y a la mayoría de las habitantes del Hogar Provegan, donde estuve hace unos días. Los hombres hicieron daño a Greta, rompieron su corazón, por eso huye de ellos cuando puede, y si no puede, entra en pánico y ladra. Reconozco ese ladrido, es antiguo, dulce y amargo, lo acompaña la mirada de desconfianza de quien sufrió, -quien trabaja con niñas vulneradas la conoce bien-. Es el ejemplo de que debemos levantar nuestras sucias botas de la fauna y la naturaleza para dialogar con ella, abandonando la posición vertical para trabajar la horizontalidad con las personas no humanas, porque relacionarse significa hacerlo con alguien, y no contra alguien.

Pretender que una entrenadora de personas no humanas en el circo primitivo tenga algún tipo de legitimidad para hablar de comportamiento animal es como afirmar que una funcionaria de prisiones sepa de naturaleza humana basándose en su experiencia como carcelera. Todas las personas encerradas mantienen una conducta diametralmente opuesta a la natural, o en todo caso diferente, pues solo somos en libertad. Por ello, en los refugios para personas no humanas que fueron explotadas (como el Hogar Provegan en este caso), defienden el principio del libre albedrío como prioridad de cuitado y custodia, pues nadie en situación de dominio (y la tenencia lo es), está capacitada para hablar de etología. El comportamiento individual y colectivo  se destruye  en incomodidad, tensión, esclavitud o peligro de muerte, porque situaciones extremas conducen a actuaciones extremas. Porque el discurso especista de depredación, parasitismo y competitividad natural, elude la lealtad, el altruismo, el amor, el comensalismo, el mutualismo, la confianza, la cooperación y la amistad, entre otros valores que se hallan en la naturaleza y que debemos recuperar para nuestra sociedad.

Paleando tierra en los nidos para cerdos, Angelines se viene a mí riendo como siempre, con un cuii, cuiii simpático, una risa diferente como la de cada cerdo y que Mulán por ejemplo no tiene, porque posee otra. Fantasía abandona el bosque y se restriega tumbándose en la tierra que coloqué para que la riña, Xavier me sigue por el camino para que le rasque la espalda, la piara hace socavones en la tierra para disgusto de Jon y las risas durante las comidas en la mesa relajan un ambiente de confianza donde no cabe preguntar si esto o aquello es vegano, porque otra comida no hay. Las personas no humanas en El Hogar Provegan viven ahora sus dos vidas, la física rescatada y la psíquica recuperada, disfrutando para ello espacios de plenitud que jamás antes tuvieron. Caminar por el bosque descubriendo caballos, vacas, cerdos o cabras y ovejas es un raro ejercicio de dicha, porque son personas asociadas a los barrotes, hormigonados, rejas, jaulas, bridas o crotales que las impuso la cultura de la violación de patriarcapitalismo.

Sólo en España existen 20 santuarios de respeto para personas no humanas, y cada cual en la medida de sus posibilidades, ofrece la oportunidad de vivir a algunas de esas refugiadas en esta guerra unilateral contra el deseo de la vida, la primera oportunidad de hacerlo tras esa supervivencia en manos del espejismo que sufrieron antes. Personas que ayer estaban hacinadas en sus propios excrementos, plagadas de tumores y enfermedades, fracturas, mutilaciones, problemas respiratorios y todo tipo de agónicas condiciones propias de la explotación, hoy respiran y corren si les da la gana, como Ruby y el resto de vacas, trotando detrás de Nuri al creer que lleva comida. El corazón de una suspira.

De mi segunda visita me llevo la tranquila sonrisa de Elena atareada siempre y siempre con el brillo vital en los ojos, la grave responsabilidad de Jon, el cariño por cada habitante de Nuri, el codo a codo del voluntariado, la velocidad trepidante de la cola de Leo cuando ve a alguien, la maldad buena de Comino, la fugacidad comilona de Gota, la gracia de Campanilla mientras sembramos avena por la noche y se acerca con cara de “hola k ase?”... En fin, la calidoscopia de las personalidades de esas embajadoras de la vida, que renacieron de su terrible dolor pretérito. Conciencias que han recuperado su paz, individualidades que pueden manifestarse sin miedo, seres cuya buena suerte les ha traído desde las profundidades del horror, a un paraíso donde satisfacer lo esencial, el deseo de la vida y de la libertad. Apoyad santuarios veganos.









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