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martes, 5 de julio de 2016

ESPACIOS DE CORDURA



Tuve ocasión de asistir por modo video online al transporte y liberación de una cierva enclaustrada durante ocho años por la estupidez especista, sufrió el inenarrable dolor del encierro y fue rescatada por Jon Amad en nombre del Hogar Provegan, para que viva y muera libre, protegida, en paz. Fue un momento emocionante, la liberación de cualquier animal es siempre emocionante.

Libertad es una palabra manoseada por el uso, tanto que muy pocas personas humanas saben lo que significa, creyendo que con vivir basta, como protozoos en una probeta, como reas a cadena perpetua, y que desperdiciar la vida en trabajos alienantes para conseguir miserables propinas basta, que ir a la playa el sábado basta, que drogarse basta para liberar una mente inquieta, arrojando vidas enteras a la basura por culpa de no haber entendido jamás un concepto del cual las no humanas saben mucho más y que podrían educarnos si las dejáramos, porque no son esclavas naturales, sino que anhelan espacio, gestión de su tiempo y atesorar los momentos con la minuciosa orfebrería del cotidiano aprendizaje de la vida. 
 

En el caso de la cierva liberada de su secuestro, podíamos observar cómo desde la propia furgoneta, desconfiada y asustada probablemente, la cierva Fantasía (por cierto, un nombre horrible :)), recibía un universo de aromas nuevos, despertando en su cuerpo malherido por la tortura. Ahí estaban Elena Tova (fundadora del Hogar de Luci y cofundadora del Hogar Provegan), estaba Mónica, Gemma, y otras activistas, guardando un emocionante silencio lleno de besos, de bienvenidas, de abrazos invisibles para la nueva habitante del proyecto.

Desde que tuve noción del proyecto EHPVegan quise escribir algo sobre el tema, pero siempre me resultaba incómodo hablar de un sólo santuario, y no mencionar a Gaia, a Wings of Heart, a León Vegano o a cualquier otro lugar dedicado a dignificar y devolver una parte de la inmensa y dolorosa deuda que hemos adquirido y adquirimos con las no humanas cada año, mes, semana, día, hora, minuto y segundo de nuestro deforme y sórdido proyecto civilizatorio, el más cruel históricamente hablando de cuantos haya acumulado nuestra patética especie. Era injusto, retomando el hilo, hablar de un sólo santuario, pero por algo hay que empezar, y habiendo estado en una ocasión allí y conociendo y contando con Elena y Jon como referencias de buenas personas, es pertinente mencionarlos, en el contexto de la cierva o fuera de él.

Quien se compromete con la causa de la liberación animal puede contar con muchas horas de acciones, protestas, liberaciones, boicots, sabotajes, argumentaciones, creación y propagación de material de difusión, firmas, reacciones..., en fin lo que compone dicha lucha. La magnitud de la tragedia es tan imposible de describir que hace falta mucha energía, tiempo, recursos y medios para combatirla, no habiendo garantías de cambios sustanciales en la situación a la que el patriarcapitalismo ha sometido el deseo de la vida y de la libertad de las no humanas. Sin embargo quien se encarga de un santuario vegano para personas no humanas rescatadas, puede decirse que renuncia a participar en el proyecto social, porque dichos cuidados exigen una dedicación absoluta, emocional, temporal e intelectualmente. Obliga a no dormir a veces, a sufrir, a ver morir a personas ancianas o degradadas por la propia vida, a luchar en vano por la vida de quienes no logran conservarla porque la ciencia no alcanza en ocasiones, obliga a renunciar a las chucherias de la sociedad, obliga a aprender. Cuidar animales es el modo de aprendizaje más profundo sobre lo fundamental, sobre la esencia de la existencia, sobre las cosas sencillas y despreciadas por el ruido histérico de la multitud humana. Por ejemplo, el latido de un corazón valiente y pequeñito como el de la rata Gota, la noble adicción a las carícias del carnero Felix, o las ganas ganas ganas de vivir del gato Comino, como eminentes habitantes de EHPvegan, que muestran con sus respiraciones el extraordinario poder del deseo de la vida, lo único importante junto con la libertad.

Un proyecto que recomiendo calurosamente apoyar y difundir, donde hay gente dándolo todo, creando espacios de cordura contra la psicopatía de una protohumana enferma, contra la locura colectiva de un mundo alzado sobre maderos podridos, obligado a caminar por la inercia de la brutalidad. Un espacio de cordura donde se educa con el ejemplo (el único método que tiene sentido), pero también salvando directamente, vidas individuales, universos enteros, personalidades diversas. Unidades en colectivo, pero colectivamente unas.

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