Tuve ocasión de asistir por
modo video online al transporte y liberación de una cierva
enclaustrada durante ocho años por la estupidez
especista, sufrió el inenarrable dolor del
encierro y fue rescatada por Jon Amad en
nombre del Hogar Provegan, para que viva y
muera libre, protegida, en paz. Fue un
momento emocionante, la liberación de cualquier animal es siempre
emocionante.
Libertad
es una palabra manoseada por el uso, tanto que muy pocas personas
humanas saben lo que significa, creyendo que con vivir basta, como
protozoos en una probeta, como reas a
cadena perpetua, y que desperdiciar la vida
en trabajos alienantes para conseguir miserables propinas basta, que
ir a la playa el sábado basta, que drogarse
basta para liberar una mente inquieta, arrojando vidas enteras a la
basura por culpa de no haber entendido jamás un concepto del
cual las no humanas saben mucho más
y que podrían educarnos si las dejáramos,
porque no son esclavas naturales, sino que anhelan espacio, gestión
de su tiempo y atesorar los momentos con la minuciosa
orfebrería del cotidiano aprendizaje de la vida.
En el caso
de la cierva liberada de su secuestro, podíamos observar cómo desde
la propia furgoneta, desconfiada y asustada probablemente, la cierva
Fantasía (por cierto, un nombre horrible :)), recibía
un universo de
aromas nuevos, despertando
en su cuerpo malherido por la tortura. Ahí
estaban Elena Tova (fundadora del Hogar de Luci y cofundadora del
Hogar Provegan), estaba Mónica, Gemma, y otras activistas, guardando
un emocionante silencio lleno de besos, de bienvenidas, de abrazos
invisibles para la nueva habitante del proyecto.
Desde que
tuve noción del proyecto EHPVegan quise escribir algo sobre el tema,
pero siempre me resultaba incómodo
hablar de un sólo santuario, y no mencionar a Gaia, a Wings of
Heart, a León Vegano o a cualquier otro lugar dedicado a dignificar
y devolver una parte de la inmensa y dolorosa deuda que hemos
adquirido y adquirimos con las no humanas cada año, mes, semana,
día, hora, minuto y segundo de nuestro deforme y sórdido proyecto
civilizatorio, el más cruel históricamente hablando de cuantos
haya acumulado nuestra patética especie. Era injusto, retomando el
hilo, hablar de un sólo santuario, pero
por algo hay que empezar, y habiendo estado en una ocasión allí y
conociendo y contando con Elena y Jon como referencias de buenas
personas, es pertinente mencionarlos, en el contexto de la cierva o
fuera de él.
Quien se
compromete con la causa de la liberación animal puede contar con
muchas horas de acciones, protestas, liberaciones, boicots,
sabotajes, argumentaciones, creación y propagación de material de
difusión, firmas, reacciones..., en fin lo que compone dicha lucha.
La magnitud de la tragedia es tan imposible de describir que hace
falta mucha energía, tiempo, recursos y medios para combatirla, no
habiendo garantías de cambios sustanciales en la situación a la que
el patriarcapitalismo ha sometido el deseo de la vida y de la
libertad de las no humanas. Sin embargo quien se encarga de un
santuario vegano para personas no humanas rescatadas, puede decirse
que renuncia a participar en el proyecto social, porque dichos
cuidados exigen una dedicación absoluta, emocional, temporal e
intelectualmente. Obliga a no dormir a veces, a sufrir, a ver morir a
personas ancianas o degradadas por la propia vida, a luchar en vano
por la vida de quienes no logran conservarla porque la ciencia no
alcanza en ocasiones, obliga a renunciar a las chucherias de la
sociedad, obliga a aprender. Cuidar animales es el modo de
aprendizaje más profundo sobre lo fundamental,
sobre la esencia de la existencia, sobre las cosas sencillas y
despreciadas por el ruido histérico de la multitud humana. Por
ejemplo, el latido de un corazón valiente
y pequeñito como el de la rata Gota, la noble adicción a las
carícias del carnero Felix, o las ganas
ganas ganas de vivir del gato Comino, como eminentes habitantes de
EHPvegan, que muestran con sus respiraciones el extraordinario poder
del deseo de la vida, lo único importante junto con la libertad.
Un
proyecto que recomiendo calurosamente apoyar y difundir, donde hay
gente dándolo todo, creando espacios de
cordura contra la psicopatía de una protohumana enferma,
contra la locura colectiva de un mundo alzado sobre maderos podridos,
obligado a caminar por la inercia de la brutalidad. Un espacio de
cordura donde se educa con el ejemplo (el único método que tiene
sentido), pero también salvando directamente, vidas individuales,
universos enteros, personalidades diversas. Unidades en colectivo,
pero colectivamente unas.
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