El
término "feminismo" nace a finales de siglo XIX, y el
término "veganismo" surge apenas cinco décadas mas tarde.
Son movimientos relativamente jóvenes aunque evidencien luchas
arraigadas muchos siglos antes, absolutamente revolucionarias e
imprescindibles para la salud civilizatoria. Imponderables.
Sugerir
que ambas luchas "están de moda" es un burdo intento de
denigrar su peso social, puesto que las modas representan
provisionalidad y cortoplacismo, por el contrario, el veganismo y el
feminismo han venido para quedarse, que quede claro, contra todo
obstáculo.
Son
luchas indisolubles porque
ambas dos comparten un eje: la explotacion selectiva, en este caso de
hembras, sin el control de las cuales el sistema patriarcal y la
masiva producción de seres vivos y su exterminio pierde poder y
mecanismo de control. Las
hembras de todas las especies de interés para el ser humano, son
cosificadas y encadenadas a roles de producción y trabajo decididos
por el patriarcado y el sistema de ganancias mundial, sustratado en
la rentabilización de la vida, y no en sus cuidados y respeto.
Destruir
el patriarcado es
un acto de exaltación del deseo de permanencia de la vida, y
conlleva
derribar todos sus frutos tóxicos, desde el secuestro y asesinato de
hembras de cualquier especie hasta el femicidio, pasando por el
capitalismo. En definitiva, todos los inventos que el patriarcado
mima para seguir en el pedestal de sus privilegios.
Cuando
en un discurso social humano se menciona al feminismo como una
solución igualitaria para la equidistancia de las oportunidades
entre mujeres y hombres, se nos olvida deliberadamente que toda
igualdad debe pasar por justicia, y que en un contexto patriarcal
como el que sufrimos todos los animales y el planeta, con una
desigualdad viciada y codificada, la justicia debe contemplar la
deuda
histórica
con
las víctimas.
Una deuda que mantenemos y acumulamos tanto con las mujeres como
parte vulnerada de un sistema varón,
como con los animales no humanos, por el mismo motivo.
Según
algunos feminismos en el ámbito humano el pago a dicha deuda es la
paridad
de oportunidades, es decir, que en cualquier órgano de toma común
de decisiones la mujer debe representarse en un 50 %, junto al otro
50 % masculino. Parece ecuánime, sin
embargo
eso sería igualdad, y no justicia. La propuesta justa
sería que las mujeres obtuvieran inicialmente más porcentaje que
los hombres. Ello
resultaría
que en un consejo de alcaldia, por ejemplo, la representación
femenina debiera constituir un 70 % y la masculina un 30 %. Aunque
esto pueda aparentar una desigualdad para los varones que sin duda
protestarían, acostumbradas a la inmovilidad y al derecho ancestral
de sus privilegios, no es sino el intento de compensar la
poca representatividad en la toma de decisiones, causada por los
milenios de dominación del macho. Asimismo
una forma de estimular y activar el papel de las mujeres en materia
de políticas y economía, de devolverlas aquello que el patriarcado
les robó y que les pertenece. De empoderarlas, en resumen. Las
subvenciones a la iniciativa empresarial de la mujer debieran
comprender el mismo ratio porcentual, incrementándose la formacion y
el apoyo económico a iniciativas femeninas, en el 70-30 antes
mencionado, con objeto de independendizar a la mujer de la custodia
masculina. O,
en el caso de las parejas heterosexuales, incentivar que su unión o
separación no se hallen condicionadas por factores económicos, sino
emocionales, o por los intereses personales de cada una.
En
el caso de los animales no humanos, la deuda es mucho más profunda y
drástica, por eso su liberación del patriarcado capitalista al que
son sometidos en un sistema de produccion y exterminio visiblemente
invasivo, dominante y machista, debe compensarse no solo con la
prohibición inmediata de la explotación e instrumentalización de
animales no humanos, sino con la cesión de grandes extensiones de
terrenos originalmente robados a sus legítimos propietarios: la vida
salvaje. Una
vida a
la
cual
nuestra presión demográfica y el afán de lucro del patriarcapitalismo ha
confinado -en un proceso cada vez más acelerado y
depredador-,
a diminutos reductos cada vez más amenazados por la avaricia, siendo
ésta una de las principales causas de la extinción de especies, a
razón de decenas de miles anualmente.
La
dieta vegana es la dieta normal. Del mismo modo que no fusilar a
humanas es normal, del mismo modo que no acosar a mujeres es normal,
del mismo modo que no desgarrar los anos de las niñas
es lo normal.... Lo anormal, lo incorrecto, -por muy popular que sea,
por muy normal que parezca-, es ejecutar a inocentes en el nombre de
un capricho. Pero
aceptar
que todas las humanas veganas son activistas por el mero hecho de
mantener dicha dieta, es como afirmar que las no violadoras, por el
mero hecho de no violar, actuan en favor de los derechos de la mujer
y de la emancipación femenina.
El
feminismo, la igualdad racial, la filosofía
vegana, el respeto a todas las formas de amar, etc, son sólo
posturas BÁSICAS
de comportamiento social, nada más.
Carecen
en sí
-o debieran
carecer- de toda heroicidad, y del mismo modo que está
prohibido en nuestro modelo de sociedad el matar niñas,
también
debiera estar prohibido matar animales de otras especies. La no
participación en las vulneraciones no supone un gran triunfo
civilizatorio, repito, sino un modo normal y lógico de vivir; es
decir, dejando vivir, es decir, encaminándonos
al ideal de sociedades sin víctimas.
Carne
es crimen, cualquier explotacion animal debe ser erradicada del marco
legal inmediatamente. El
fin de la explotacion animal va a llevar consigo muchos cambios en el
perfil multicultural del mundo;
tribus
como las
massai, esquimales, o
tuareg, que han basado su cultura totalmente en la explotación
y ejecución
de personas no humanas, van a cambiar sus costumbres o a desaparecer.
La pobreza de millones de humanas encuentra alivio en la explotacion
de otras especies, incluso en la explotacion de humanas y
en
el placer de comer sabrosa carne ajena, del mismo modo que en otros
entretenimientos crueles, como las fiestas populares donde no
humanas, mujeres o niñas,
son explotadas para divertimento burdo y criminal. Pero
si
no podemos aceptar la explotacion del ser humano por el ser
humano, tampoco podemos aceptar el (ab)uso totalmente falto de
escrúpulos,
de las
personas
no
humanas, con
quienes
compartimos una
similitud emointelectual inmensa.
La
interseccionalidad de las luchas es crucial para comprender el
estatus de víctima. La reivindicación legítima de la mujer en la
sociedad es la causante del veganismo que crece día a día en el
mundo. La sensibilidad hacia los horribles sufrimientos de las otras
especies animales en nuestras manos y su deseo urgente de detenerlos
es una característica femenina, que apuesta por la vida, por el
diálogo y por la justicia.
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