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lunes, 21 de septiembre de 2015

PROSOPOEMA DE LIBERACIÓN


    Seis, sólo seis. Escogidas dentro de lo más cercano al azar posible, lo más objetiva y menos dolorosamente posible, sin favoritismos. Seis, sólo seis entre cientos de miles conocerán la vida, seis verán el sol y la lluvia por vez primera.

    Seis serán, simplemente.


    Ni cinco ni siete, ni altas ni bajas, ni éstas ni aquellas. ¿Cómo escogerlas?. Quizás señalar a aquella en la sombra, de mirada aterrada encogida en la esquina de la jaula que llaman suya. O tal vez aquella otra de mirada inocente. O la de cresta demasiado pálida tal vez, o la del ala rota, la que mira curiosa las linternas y las manos dóciles, o aquella sin futuro ni ganas de vivir que tumbada espera la muerte... ¿Cómo escogerlas?.

    No se escogerán a las muertas, que yacen por los pasillos o adheridas al suelo enrejado de la prisión entre sus propios excrementos. No, es la vida lo que se ha venido a buscar. No se escogerán a las muertas. Maldita la suerte que nos ha tocado, ser diosas de la vida y de la muerte, es terrible esta incertidumbre. Llegar a poseer el supremo poder de dar la vida a seis universos, sabiendo con lacerante certeza que todas las otras que queden, las que no hayan sido escogidas, sufrirán un horrendo martirio insoportable de imaginar en nuestras carnes, para ser finalmente ejecutadas cuando decrezca su capacidad de menstruar...

    Pero seis saldrán de aquí.

    Seis saldrán de aquí, asustadas de aquí, inquietas de aquí, seguras de aquí. Todas las demás van a morir, en unas horas, unos días, unos meses, pero seis paladearan la hierba, se revolcarán en el polvo amable. Seis vivirán vidas plenas y morirán muertes amorosas.

    Sólo seis, entended la magnitud de esta duda.

    Quisieramos cerrar estas penitenciarias de esclavas sin opciones, trabajamos para ello. Quisieramos ajusticiar a sus responsables, encarcelar a sus culpables, restaurar la fe en la especie humana. Pero la especie humana se halla demasiado ocupada mascando huevos de hembras que quizás ya no vivan cuando el huevo llega a su plato. Incapaces de comprender que todas sin excepción, aves y artrópodos, mamíferos y batracios, reptiles y peces, somos carroña provisionalmente viva, pero que ESA provisionalidad es excepcional, además de ser lo único que poseemos, el tesoro que va con cada una: la vida. Las seis liberadas van a ser un ejemplo, un altoelfuego, una tregua sin disparos, una brisa perfumada entre el hedor civilizatorio, una bocanada de aire fresco en el amoníaco insoportable de la granja/factoria.

    Al final son nueve las liberadas. Tres universos más de lo previsto, tres veces más diosas de lo previsto, tras veces más justas, más equidistante, más éticas. Tres veces mejores, ni lo dudes. La noche se traga el campo de concentración, silencia los quejidos doloridos de las condenadas mientras las nueve se alejan. Hermanas, primas, amigas, quedan allí y mañana mismo muchas de ellas estarán muertas, de cansancio, de desesperanza, de asco, de la más profunda de las tristezas: la de la muerte en vida.

    Al abrir las cajas ellas tienen los ojitos cerrados, como niñas somnolientas. No saben andar. Tienen patas, pero no han aprendido a andar. Tantean el suelo midiendo las distancias y la altura de sus pasos, enloquecidas de nuevas sensaciones. Su belleza es indescriptible a quien saber ver. Extienden las alas, se desanquilosan por vez primera y por vez primera su cabeza no se estrella contra el techo de la jaula, es como si hubieran nacido por segunda vez, y el mundo se abre como una flor silvestre.

    Vamos a conseguirlo, no hay otra opción ni otro camino. Tardaremos un año, diez o cincuenta, pero así sera. Sociedades sin víctimas, mundos respirables. Liberación.




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