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viernes, 4 de septiembre de 2015

ECONOMIA DE MERKELADO

         ECONOMIA DE MERKELADO


    Al abrir la puerta trasera del camión refrigerador en Austria, los cadáveres no estaban tumbados. Las víctimas no tuvieron espacio siquiera para el lujo de la horizontalidad, el único que la muerte nos concede. Estaban apuntaladas unas contra otras, sin orden  de tamaño, edad, gustos preferenciales o expectativas para la nueva vida que anhelaban. Tenían las bocas apuntando hacia el techo del camión, donde se hallaban las últimas bocanadas de aire no viciado, de aire no respirado una y otra vez, de aire indispensable, de aire en suma. Las personas migrantes asfixiadas en aquel fatídico camión hermético, sin duda patearon las paredes, golpearon desesperadas, chillaron en el idioma universal del dolor y la desesperación, consumiendo cada vez más deprisa el imprescindible oxígeno. Usaron ese preciado puñado de oxígeno postrer para pedir socorro, mientras la conductora se lo negaba. Quizás subió el volúmen de la radio para justificarse ante sí misma. Esa misma conductora que 70 años atras, con el tubo de escape conectado a la caja contenedora de otro camión, gaseaba minusválidas alemanas de los hospitales, dentro del programa T4 de eutanasia nazi. Y son los mismos aullidos estridentes que en silencio imploraban su vida perdida en el camión contenedor de Austria, usado habitualmente para transporte de carne no humana, carne de quienes también habían sido personas, pollos de gallina, para más señas. El piar mudo de los pollitos asfixiados en las cámaras de gas de la industria alimentaria no dista ni un milímetro del crímen de Austria, es el mismo gesto banalizador del mal, que dicta la muerte como quien decide un refresco. Todos los animales aerobios nos ahogamos igual, con horror.

    La muerte por asfixia es algo terrible, mientras eres consciente hasta que caes desvanecida en el sueño previo a la insuficiencia respiratoria. Es una muerte lenta, inhumana, fuera de nuestro impecable ideal de muertes rápidas, de muertes indoloras, de muertes higiénicas, de muertes arrulladoras, de muertes gloriosas con peinados de moda, de muertes dignas, de muertes humanitarias, de muertes límpias, de muertes contemporáneas, de  muertes profesionales, de muertes presentables en sociedad, de muertes legales, de muertes envidiables, de muertes a las que una se apuntaría como a un taller de macramé, de muertes "me gusta" en facebook, de muertes guays, de muertes molonas. La banalidad del mal no contempla la idea de la vida, sólamente nos deja escoger la insensibilidad de nuestra muerte en el catálogo oficial de la temporada. Si debes morir, házlo con estilo. Pero la muerte por asfixia es una muerte sucia, en la que una se mea encima, vomita, se caga, suda y apesta mientras respira el hedor de los fluidos de las muertas antes. En el caso de los pollitos en bolsas de basura, los de abajo mueren todavía recibiendo los meados de los de arriba. Mucha peste. Y hay que incinerar pronto porque la bolsa apesta... Y si alguna burbuja milagrosa ha dejado un par de pollitos vivos, el fuego redentor extinguirá sus quejidos y cerrará para siempre sus dulces ojitos.
    Han muerto mal 70 personas humanas en un camión, fuera del modelo analgésico europeo, que prevee bloqueos a la dignidad, protocolos contra la desesperación, severa disciplina y muchos pollitos gaseados. Europa ha tocado fondo. El proyecto europeo ha sido cuestionado en la línea de flotación de su sobaco y su entrepierna. Esta Europa, la vieja Europa, la antisemita Europa, la racista Europa, la especista Europa no tiene futuro. Van a necesitar mucha policia y mucho ejercito para mantenerlo, el macho alfa Merkel sabe que hay demasiadas bocas que tapar y la avaricia es contagiosa, no hay dinero para que unas cuantas sigan siendo tan asquerosa e indecentemente ricas, mientras mendigas de un plato de lentejas y un metro cuadrado seguro lejos del horror mueren de pie, apiñadas unas con otras, en una tétrica estructura de maldad preescrita e injusticia.

    En todas partes hay imbéciles, y hay que entretenerlas, es por eso que existen el circo con animales, Tontesillas y Belén Esteban. Pero las imbéciles letales ya ni gracia hacen, ni siquiera indignan, ni siquiera dan asco, son como la mierda que la sociedad usa de pomada para hidratar su blasfema piel ampollada por el exceso de solarium. Entretanto España, entretanto Europa, regocija su bienestar neocolonialista con banderas a los equipos locales en el encuentro fabuloso del domingo y mima paralelamente a esa especie de machirulas enanas mentales que se rebelan al tamaño de su pene, compensando su complejo con un más potente automóvil que les preste la seguridad y fortaleza interior de la que adolecen. Entretanto Europa gasea a 300 millones de pollitos de un día de vida como gasea a 70 migrantes, con un gesto mediático que superará como de costumbre sin escándalos importantes ni consecuencias éticas, justificando nuestro bendito bienestar sin siquiera despeinarse, mientras una población engordada y estupidizada con el facebook, la máxima audiencia y los pronósticos vacacionales de las familias reales, se ríe con comentarios acidos, actitudes de indiferencia racista y la apariencia de normalidad criminal pagada de sí misma que caracteriza a los imperios podridos. Europa, degradada como una vieja maquillada hasta el esperpento, baila un cancán mientras se atusa la peluca al ritmo de una música que no se oye, como bailaban los valses en la Viena nazi mientras los lamentos en yiddish, gitano, ucraniano, ruso, polaco, húngaro y decenas de otras lenguas, no traspasaban las gruesas paredes de las cámaras. Europa no oye los golpes de quien se asfixia.

     Algo patético sucede en Europa y se llama Unión Europea. Europa es un camión de carne muerta. Todas saben cómo cambiarla, pero nadie lo va a hacer, porque eso representaría renunciar a nuestro modelo capitalista, a nuestras compras semanales, al consumo racionado, ético y justo, eso representaria renunciar al monto de la venta de armamento a los países conflictificados, eso significaría quedarse sin el chupete que cada niñata occidental llorica recibe desde los hogares perfumados del european way of life. Porque las nazis de ahora siguen como ayer, sin reconocer su fidelidad al partido que tanto hace sin embargo llover dinero.

    Vidas asfixiadas, ese es el proyecto europeo. Adquieran sus palomitas en la entrada y disfruten de su miseria. Mientras puedan.










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