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sábado, 14 de marzo de 2015

MATAR PARA SALVAR

El Museo de Historia Natural de París exhibe en este momento piezas disecadas de primates bonobos. Los métodos de conservación de especies pasan a menudo por asesinarlas.


Uno de los trabajos de campo llevados a cabo por muchas aspirantes a biólogas y científicas en defensa de la naturaleza y estudio de fauna consiste, demasiado a menudo, en asesinar animales no humanos. Para salvarlos. 


En el Museo de Historia Natural de París se exhibe ahora un grupo de bonobos disecados descubiertos a mediados del siglo XIX. Independientemente de la datación choque con la información de que los primeros bonobos fueron documentados a mediados del XX, las científicas de entonces los conocían y basaban su estudio en ejecutar individuas, disecarlas y exhibirlas. Lo mismo sucedió con los primerosa gorilas, y en general la historia de la ciencia y la catalogación de especies, desde Darwin a Linneo, proviene de dicha metodología. Aquellos métodos en demasiadas ocasiones siguen hoy en día, modificando las formas, porque es sedando, atrapando y contabilizándolos, entre otros, que aprendices y profesionales de la conservación matan grandes cantidades de no humanas, bien sea por culpa de infecciones en heridas provocadas por las trampas, stres, bloqueo de vías respiratorias durante la narcosis, hipotermias, ataques al corazón, defensa propia de la investigadora al ataque de un animal sentido en peligro, anillados ornitológicos que amputan patas, y muchos otros motivos. Animales huérfanos que caen en manos de las pseudocientíficas de diversos estudios biológicos en selvas pluviales pueden simplemente ser asesinados, alegando estas que no pueden hacerse cargo de ellos porque no entra en el programa que desempeñan, prefiriendo darles una muerte rápida y científica. Capturando animales con jaulas puede suceder que la puerta al cerrarse les parta la columna o directamente en dos, o animales arborícolas dardeados con sedantes que caen de los árboles y se rompen las piernas o lesionan o se mueren por no caer en la red. Luego están los que son rechazados de sus grupos familiares por llevar un collar transmisor, o por haber estado aislados de su grupo o família durante demasiado tiempo, condenadas a una libertad de soledad y de altas posibilidades de muerte.

No es casual que las defensoras cientificas de los animales sean mayoritariamente carnívoras, denotando una falta de coherencia y objetividad obsoletas. Vale la pena mencionarlo dado que sus estudios faunísticos forman parte en teoría de un enriquecimiento de nuestra sabiduría y cultura colectiva para poder preservar, y ya sabemos lo que el omnivorismo en plena extinción masiva de especies y ecosistemas representa a escala global. Sí, es la sexta extinción masiva (a razón de 50.000 especies anuales), pero ésta proviene de nuestra mano y en nuestra mano está detenerla. Veganismo es conservacionismo.


La contabilización entomológica en los bosques pluviales suele consistir en extender redes a los pies de los árboles, rociarlos con insecticida y recoger cuantos cadáveres de insectos, arácnidos, pequeños mamíferos, reptiles, batracios... caigan asfixiados por el ardor científico. Es así que se descubren muchas nuevas especies. Fascinante la ciencia, ¿no?. El descubrimiento de nuevas especies no es tan romántico como se pretende.
Esa irrespetuosidad por la vida sin duda a menudo proviene también en parte de que las estudiantes de biología suelen ser obligadas a diseccionar en vivo animales para obtener información de primera mano sobre su metabolismo. Cierta mala ciencia estima que observar retorcerse de dolor a una persona extinguiéndose es lo más científico que es capaz de lucubrar, y la insumisión estudiantil es a menudo penada por el profesorado estúpido. En ocasiones los métodos pedagógicos son enormemente similares a los empleados durante la Edad Media. Pedagogías absurdas dan lugar a pseudociencia.
Da lugar a disputas serias con la ciencia cuando ésta pretende ocupar el totalitario papel que ocuparon tradicionalmente las religiones, dando respuestas incluso a aquello de lo que no tienen ni pajolera idea. Humildad, cooperación, capacidad de síntesis son asignaturas pendientes en mucha mala ciencia, pero ante todo cuestionarse todo lo que creemos saber, porque de otro modo el dogmatismo se convierte un tobogán muy bien aceitado.

El mundo de la ciencia, debiendo ser el más avanzado y objetivo, el más crítico y veraz posible, se convierte más de lo que creemos en toda suerte de ejecuciones, crueldad, fascismo, indiferencia, falta de escrúpulos, negligencia y destrucción. Eso sí, todo en el nombre del progreso, que siempre queda de lujo a la hora de publicar artículos y otorgar premios. Es degradante la inmensa fuerza creativa de muchas científicas a la hora de arriesgar las vidas de las personas que estudian, hallando realización en las variopintas formas de tortura y muerte que saben escoger para sus ansias de fama y reconocimiento personal, o ante las vanidosas expectativas de poner sus nombres a una especie nueva, hacer un descubrimiento o realzar su valia como investigadora en una nueva y tal vez innecesaria publicación, destinada general y básicamente a engrosar un currículo.

Tan absurdamente poco científico como un reportaje de la infame National Geographic, donde sádicas esperan por ejemplo largos meses hasta que una serpiente necesite comer para poder así filmar perversamente ese momento, reproduciendo el imaginario para seguir alimentando la idea estupida de la herpetofobia en particular y en general la percepción social de una naturaleza cruel e inmisericorde, obviando que el 98 por ciento de la vida de las no humanas está dedicada a pacer, dormir, jugar o bañarse.

El caso conocido de Dian Fossey, quien dejó la ciencia y la observación para dedicar su vida a la conservación, siendo asesinada por ser eficaz demuestra que el compromiso es más valioso que la mera acumulación de datos. Los poco más de 200 gorilas de montaña de su tiempo a los casi 800 de hoy día dan fe de este hecho. No quiero denigrar la ciencia porque si, sino quitarle el poder que pretender tener, de otro modo la próxima cría de gorila en los montes Virunga se llamara cocacola, en honor a la patrocinadora del nacimiento...


Una objetividad científica rigurosa y no patán debe obligatoriamente reconocer la fascinante senda evolutiva de cada especie, mirando desde un prisma holístico, desde el respeto a la especie pero sobretodo a cada individua. La etología como la sociología se basan en observación paciente de los comportamientos de la fauna que habitamos el planeta en nuestros numerosos habitats. No existe el uno sin el todo, ni el todo sin el uno. La biología no es una disciplina científica desvinculada de ética, y debe tender lógicamente al respeto a todas las personas, humanas o no, del mismo modo que la defensa animal antiespecista debe valorar el trabajo de muchas biólogas por la conservación de las especies y -mucho más importante-, de los ecosistemas donde vivimos, nuestros hogares.



                                                                                                     (A Luna, por la ayuda y por ser)



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