El
Museo de Historia Natural de París exhibe en este momento piezas
disecadas de primates bonobos. Los métodos de conservación de
especies pasan a menudo por asesinarlas.
Uno
de los trabajos de campo llevados a cabo por muchas aspirantes a
biólogas y científicas en defensa de la naturaleza y estudio de
fauna consiste, demasiado a menudo, en asesinar animales no humanos.
Para salvarlos.
En
el Museo de Historia Natural de París se exhibe ahora un grupo de
bonobos disecados descubiertos a mediados del siglo XIX.
Independientemente de la datación choque con la información de que
los primeros bonobos fueron documentados a mediados del XX, las
científicas de entonces los conocían y basaban su estudio en
ejecutar individuas, disecarlas y exhibirlas. Lo mismo sucedió con
los primerosa gorilas, y en general la historia de la ciencia y la
catalogación de especies, desde Darwin a Linneo, proviene de dicha
metodología. Aquellos métodos en demasiadas ocasiones siguen hoy en
día, modificando las formas, porque es sedando, atrapando y
contabilizándolos, entre otros, que aprendices y profesionales de la
conservación matan grandes cantidades de no humanas, bien sea por
culpa de infecciones en heridas provocadas por las trampas, stres,
bloqueo de vías respiratorias durante la narcosis, hipotermias,
ataques al corazón, defensa propia de la investigadora al ataque de
un animal sentido en peligro, anillados ornitológicos que amputan
patas, y muchos otros motivos. Animales huérfanos que caen en manos
de las pseudocientíficas de diversos estudios biológicos en selvas
pluviales pueden simplemente ser asesinados, alegando estas que no
pueden hacerse cargo de ellos porque no entra en el programa que
desempeñan, prefiriendo darles una muerte rápida y científica.
Capturando animales con jaulas puede suceder que la puerta al
cerrarse les parta la columna o directamente en dos, o animales
arborícolas dardeados con sedantes que caen de los árboles y se
rompen las piernas o lesionan o se mueren por no caer en la red.
Luego están los que son rechazados de sus grupos familiares por
llevar un collar transmisor, o por haber estado aislados de su grupo
o família durante demasiado tiempo, condenadas a una libertad de
soledad y de altas posibilidades de muerte.
No
es casual que las defensoras cientificas de los animales sean
mayoritariamente carnívoras, denotando una falta de coherencia y
objetividad obsoletas. Vale la pena mencionarlo dado que sus estudios
faunísticos forman parte en teoría de un enriquecimiento de nuestra
sabiduría y cultura colectiva para poder preservar, y ya sabemos lo
que el omnivorismo en plena extinción masiva de especies y
ecosistemas representa a escala global. Sí, es la sexta extinción
masiva (a razón de 50.000 especies anuales), pero ésta proviene de
nuestra mano y en nuestra mano está detenerla. Veganismo es
conservacionismo.
La
contabilización entomológica en los bosques pluviales suele
consistir en extender redes a los pies de los árboles, rociarlos con
insecticida y recoger cuantos cadáveres de insectos, arácnidos,
pequeños mamíferos, reptiles, batracios... caigan asfixiados por el
ardor científico. Es así que se descubren muchas nuevas especies.
Fascinante la ciencia, ¿no?. El descubrimiento de nuevas especies no
es tan romántico como se pretende.
Esa
irrespetuosidad por la vida sin duda a menudo proviene también en
parte de que las estudiantes de biología suelen ser obligadas a
diseccionar en vivo animales para obtener información de primera
mano sobre su metabolismo. Cierta mala ciencia estima que observar
retorcerse de dolor a una persona extinguiéndose es lo más
científico que es capaz de lucubrar, y la insumisión estudiantil es
a menudo penada por el profesorado estúpido. En ocasiones los
métodos pedagógicos son enormemente similares a los empleados
durante la Edad Media. Pedagogías absurdas dan lugar a
pseudociencia.
Da
lugar a disputas serias con la ciencia cuando ésta pretende ocupar
el totalitario papel que ocuparon tradicionalmente las religiones,
dando respuestas incluso a aquello de lo que no tienen ni pajolera
idea. Humildad, cooperación, capacidad de síntesis son asignaturas
pendientes en mucha mala ciencia, pero ante todo cuestionarse todo lo
que creemos saber, porque de otro modo el dogmatismo se convierte un
tobogán muy bien aceitado.
El
mundo de la ciencia, debiendo ser el más avanzado y objetivo, el más
crítico y veraz posible, se convierte más de lo que creemos en toda
suerte de ejecuciones, crueldad, fascismo, indiferencia, falta de
escrúpulos, negligencia y destrucción. Eso sí, todo en el nombre
del progreso, que siempre queda de lujo a la hora de publicar
artículos y otorgar premios. Es degradante la inmensa fuerza
creativa de muchas científicas a la hora de arriesgar las vidas de
las personas que estudian, hallando realización en las variopintas
formas de tortura y muerte que saben escoger para sus ansias de fama
y reconocimiento personal, o ante las vanidosas expectativas de poner
sus nombres a una especie nueva, hacer un descubrimiento o realzar su
valia como investigadora en una nueva y tal vez innecesaria
publicación, destinada general y básicamente a engrosar un
currículo.
Tan
absurdamente poco científico como un reportaje de la infame National
Geographic, donde sádicas esperan por ejemplo largos meses hasta que
una serpiente necesite comer para poder así filmar perversamente ese
momento, reproduciendo el imaginario para seguir alimentando la idea
estupida de la herpetofobia en particular y en general la percepción
social de una naturaleza cruel e inmisericorde, obviando que el 98
por ciento de la vida de las no humanas está dedicada a pacer,
dormir, jugar o bañarse.
El
caso conocido de Dian Fossey, quien dejó la ciencia y la observación
para dedicar su vida a la conservación, siendo asesinada por ser
eficaz demuestra que el compromiso es más valioso que la mera
acumulación de datos. Los poco más de 200 gorilas de montaña de su
tiempo a los casi 800 de hoy día dan fe de este hecho. No quiero
denigrar la ciencia porque si, sino quitarle el poder que pretender
tener, de otro modo la próxima cría de gorila en los montes Virunga
se llamara cocacola, en honor a la patrocinadora del nacimiento...
Una
objetividad científica rigurosa y no patán debe obligatoriamente
reconocer la fascinante senda evolutiva de cada especie, mirando
desde un prisma holístico, desde el respeto a la especie pero
sobretodo a cada individua. La etología como la sociología se basan
en observación paciente de los comportamientos de la fauna que
habitamos el planeta en nuestros numerosos habitats. No existe el uno
sin el todo, ni el todo sin el uno. La biología no es una disciplina
científica desvinculada de ética, y debe tender lógicamente al
respeto a todas las personas, humanas o no, del mismo modo que la
defensa animal antiespecista debe valorar el trabajo de muchas
biólogas por la conservación de las especies y -mucho más
importante-, de los ecosistemas donde vivimos, nuestros hogares.
(A Luna, por la ayuda y por ser)
No hay comentarios:
Publicar un comentario