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jueves, 5 de marzo de 2015

DERECHOS PARA LOS VEGETALES



En el debate por la liberación animal no faltan partidarias del viejo método de genocidio, que defienden su derecho a discriminar con su omnivorismo, alegando la retórica de otorgar también "consecuentemente" derechos a los vegetales como solución al especismo, contra el cual tan extremistamente al parecer protestamos. Por supuesto la observación -no sin fundamento- es capciosa, dado que nadie capaz de negar derechos a seres con capacidad de sufrir idéntica a la nuestra puede tener seriamente en consideración a seres que no la poseen, hasta lo que sabemos. Por supuesto el tema en ese contexto es perfectamente desechable y solemos tratar de estúpido el mero planteamiento de tal hipótesis. Lo que sucede es que hay quien pregunta en serio, al menos en cada una de mis charlas suele haber alguien que lo menciona.

Los vegetales sin duda poseen algún tipo de sufrimiento cuando son atacados, un mecanismo de aviso que los alerta de un peligro y que cumple una función idéntica a la que el sistema nervioso central hace en nosotras. Los vegetales llevan en el planeta 1200 millones de años, son las más antiguas formaciones vivas -es decir, nuestro camino evolutivo multiplicado por 3000-, mucho más antiguas y capaces que ninguna especie animal o forma de sistema nervioso, de modo que es lógico aplicar un principio de cautela pensando que su camino evolutivo (tan digno y fascinante como el de los balénidos o los primates), haya incluso podido haber pasado por algún sufrimiento nervioso en el sentido que conocemos... pero no lo sabemos. O que sientan en un espectro de dolor diferente al nuestro, y tan intenso. Pero no lo sabemos. Soy fervientemente partidaria de la objetividad, por eso no puedo bromear con este tema. Ciertas acacias africanas, cuando son atacadas por las jirafas, emiten feromonas volátiles que advierten a las acacias vecinas de la intrusión y ellas a su vez responden aumentando los niveles de toxicidad de sus hojas, son voces de alarma no audibles, pero que las acacias vecinas captan y reaccionan en consecuencia, de modo que cuando la jirafa llega a ellas, no pueden comerlas impunemente y renuncian a devorarlas. Hay vegetales que cambian de color y fórmula química al sentirse atacados, los hay que emiten vibraciones y reaccionan con numerosos sistemas de defensa Ejemplos hay cientos, documentados, las plantas no sólo reaccionan sino que de algún modo sienten
 
Los vegetales, algunos de 10000 años de edad, submarinos, montañosos, pendulantes, móviles, inmensos, diminutos, con miles de modos diferentes de multiplicarse y existir, depredar, interelacionarse, procrear... conforman la riqueza más destacable e imprescindible del planeta. Sus semillas pueden esperar años hasta que el azar les brinde la gota de agua que las despierte, esparciéndose miles de kilómetros a bordo de troncos caídos al océano, usando las corrientes térmicas o submarinas, las tormentas, el viento o a los animales para desplazarse. Los vegetales revientan los hormigones armados y los asfaltos, brotan en todas las partes de nuestras ciudades, pintan nuestros restos de comida con pátinas de vida, reciclan nuestros cadáveres, son la forma más ubicua de vida existente y se puede afirmar que este planeta pertenece a los vegetales, vivimos en el Planeta Planta, colonizado por vegetales con más eficacia más ecosistemas que los animales, siendo sus formas y modos tan variadas, ricas, extrañas, fascinantes y astutas. 
 
No descartemos en todo caso tan alegremente la probabilidad que los vegetales en algún momento desarrollaran algún tipo de receptores de dolor más sensibles que los actuales, no lo sabemos. En todo caso no sirve de mucho un sistema nervioso para un ser que ha sido diseñado por la naturaleza en estatismo y del cual se nutre el cien por cien de los animales (todas comemos directa e indirectamente vegetales). Por supuesto hay plantas móviles que pueden de algún modo "escapar" literalmente buscando mejores suelos -la fresa, las estepicursoras del desierto que ruedan y se abren donde hay agua...-, pero la totalidad de ellas permanecen arraigadas en el mismo lugar, vegetando, susceptibles de ser aplastadas a nuestro paso, por eso es inútil que posean neuroreceptores. Es inútil que sufran, es inútil darles derechos hoy en día. 

 
En este mismo instante se está llevando a cabo el exterminio de miles de millones de animales que sufren padecimientos inenarrables en un mismo alfabeto nervioso que el nuestro, perfectamente legible e indiscutible, no podemos decir que "sufren menos" o que "ese" sufrimiento no importa porque es "suyo", como no podemos obviar el sufrimiento de las humanas que lo hacen. Todo sufrimiento animal debe ser evitado sin importar especie, de otro modo triunfaría el argumento de la egología, la superestructura de la individualidad que aplica su credo de hacer lo que nos de la gana en contra de la holística planetaria y la construcción igualitaria. No, hay normas. Pretender ignorar el conocido sufrimiento animal basándonos en el hipotético sufrimiento los vegetales es poco científico, es perverso, sobretodo cuando se hace en el nombre de un capricho ególatra, porque toda explotación animal es un capricho con víctimas. No podemos dejar de comer plantas pero si podemos dejar de comer animales y regular su prohibición, es sencillo, posible y venidero. Por otro lado nutrir a un animal para un destino cárnico mata miles de veces más vegetales que si nos alimentáramos directamente de dichos vegetales. La mitad de nuestra desquiciada producción mundial de alimentos (4000 millones de toneladas) no llegan al estómago humano, se desperdician en el proceso lineal neoliberal de compra-venta. Las niñas de países empobrecidos mueren de fascismo, asco y racismo, el hambre es una circunstancial herramienta.

El debate de los derechos vegetales llegará algún día, sin duda, y lo espero impacientemente, pero no antes de que podamos mirar al resto de las personas sin seleccionarlas por tener pelo o escamas, el día en que la historia de todas sea la de cada una. Dicho debate tardará un siglo o diez, pero llegará, entonces estaremos preparadas evolutivamente para ingerir nutrientes de formas indoloras y no agresivas para ningún ser vivo, a base de porciones adecuadas de zinc, potasio, hierro, magnesio y otras docenas de minerales, vitaminas, proteínas, etcétera, o en alimentos procesados de modo natural, sin química añadida. Entretanto no hay argumentos para negar derechos fundamentales a los animales que no pasen por el hedonismo y la inercia en la brutalidad de nuestra civilización.



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