"Tengo una enorme deuda
de gratitud con las gallinas, a ellas debo mis primeras experiencias sexuales
en el pueblo", así me dijo hace algunos años cierta conocida. Claro, es
muy lógico: por dónde sale un huevo, bien entra una polla. No es un doble juego
de palabras.
Vacas, cabras, ovejas,
gallinas, asnos, mulas, caballos, perros... han sido y siguen siendo fauna
tradicionalmente sometida a violaciones sexuales en la Península Misérrima,
formando parte de imaginario popular rural, junto con lanzamientos de aviar y
caprinos desde campanarios, hostigamiento de equinos, linchamiento en la arena
y otras muchas traadicciones de la
España Angosta, con una ventaja importante, la victima siempre es muda. Ahí una
universalidad de la infamia: la víctima simpre es muda. Lo que antes era rural
ahora se ha unificado, aquí todas la meten donde pueden, desde abogadas de gran
ciudad hasta paletas de caserío (con mis respetos por la buena gente de los
caseríos).
Fernando Savater, estrella de
la filoestupidez, se laureó hace algunos años alabando la tauromafia porque
"mejor derivar la violencia natural de las humanas en los toros, que no en
el terrorismo" (suponemos que se referia a su micropunto de vista sobre
dicho palabro, que no incluía por ejemplo el de Estado, el financiero o el
laboral...), y en esta línea de pensamiento supongo que se consideraría mejor
violar sexualmente a "bichos de establo" que a hembras humanas. Dónde
va austed a comparar... Esa perspectiva no es nueva, ya se practicó en la
Norteamérica del Sur con las negras, en Europa con las judías y gitanas, y
demasiado etcétera.
El animal no sufre, díce la
ley. La ley de nuevo... Porque la definición universal de maltrato es que la
peguen o la maten a una, en lugar de contemplar cualquier tipo de vulneración
física o psíquica. No es difícil encontrar escenas de zoofília en el mundo del
porno, a dos mil euros la escena muchas muchachas chupan lo que le pongan
delante, así que no podéis imaginaros la rareza de los animales violados para
dichas películas. En Dinamarca no hace tanto tiempo se debatía la posibilidad
de abrir burdeles para zoófilas porque como en Alemania, hay grupos zoófilos de
presión, y también en el sudeste asiático (según investigaciones de Proyecto
Gran Símio) las orangutanas eran atadas de pies y manos a una cama para ser
violadas en los burdeles, como esclavas sexuales, y sus hijas vendidas a los parques
zoológicos del mundo o a la postora. En España una se folla a un perro de raza
labrador -dócil, cariñoso, delicado...- por 70 euros la hora, desplazamiento
incluído, una ganga. Y además, por lo legal, la bicoca. La solución a la
crisis: joder perras, que siempre será mejor que obreras.
En estos links podéis ver y
difundir el video y la recogidas de firmas de la campaña que Observatorio
Justícia y Defensa Animal lleva a cabo desde hace !dos años! por la
tipificación como delito de la violación sexual a no humanas:
www.youtube.com/watch?v=SzLGuRu4bM4&features=youtu.be
change.org/lazoofiliaesundelito
El debate sobre la reforma al
código penal que las políticas manejan en estos días habla sin embargo
sólamente de castigar el proxenetismo de no humanas, no a las personas que
directamente violan. Además da cobertura sólamente a las no humanas
consideradas de carácter "doméstico o bajo custodia humana", de modo
que si una cazadora quiere tirarse a un jabalí en el monte, pues que le
aproveche... De las cazadoras puedes esperarte eso, porque "aman a los
animales", según sus propias palabras. Un amor profundo a juzgar por los
estampidos en el monte. Un amor hasta la llaga, hasta el fondo.
Difícilmente podemos hablar
de veganismo y de respeto a las no humanas si no detenemos directamente -o por
medio de las absurdas leyes-, los crímenes cometidos contra las personas no
humanas, propietarias de sus derechos fundamentales de vida, libertad e
inviolavilidad de cualquier tipo. Es el mismo espiritu de la lucha femenina, es
la lucha racial, es la lucha de clases, es la lucha para hacer de nuestra
protoespecie algo acabado. Seguimos adelante.
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