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sábado, 10 de enero de 2015

LEER CONSTRUYE MUNDOS



                         El 23 abril se celebra el Día Mundial del Libro, recordando al aniversario de la muerte de Shakespeare y de Cervantes, en Catalunya se celebra regalando libros, decenas de miles. Cuando abandoné Barcelona, entre otras renuncias, vendí mi biblioteca, más de 3000 libros de todo tipo y temática. Literatura oriental, europea, americana, africana, astronomía, poesía, fotografía, etología, psicología, sociología, filosofía, ensayo..., paredes enteras forradas con tesoros de sabiduría, inteligencia, memoria, humor, intuición, astucia, perfección literaria e imágenes vitales. Fue doloroso porque siento respeto por los libros, jamás doblé uno a la inversa, ni las esquinas de sus hojas como punto de lectura, odié los libros nuevos y me apresuraba a manosearlos, a dejarles mi piel y mi olor, por eso prefería los libros leídos, dúctiles, orgánicos, vividos, que sugerían los caminos de otras, transcursiones de otros dedos, otros cerebros, otros corazones. Leí algunos cientos de libros más, pero no es tan importante el número sino lo que las lecturas hacen en quienes somos.

                      Leer es importante, viendo el estado de la sociedad podemos concluir que no todas las alfabetizadas que existen tienen capacidad comparativa, perspectiva y objetividad madurada o capacidad de análisis de la información y emoción percibida para haberla aplicado a la cotidianidad. Porque leer es saber hacerlo, no sólo acumular datos sino vivirlos, materializar las inquietudes, darle forma al contenido y prácticar la teoría. Una persona inteligente no es quien posee información, sino quien la usa como herramienta para cuestionarse a si misma y a lo que le rodea. Practicando las conclusiones resultantes de lo que leemos, hacemos coherentes a quienes descubrimos ser, como individuas y como partes de sociedades. 
 
           Individuales, no individualistas. Colectivas, no masificadas. En conjunto, cada una.

Aprender a leer no da sólo una perspectiva de la vida, también de la muerte. Para eso hay que redescubrir el espiritualismo de Tolstoi, la grandeza de Shakespeare, la intestinalidad de Bukowski o Genet, la rebelión de Plath o Woolf, la astucia de Yourcenar, la orfebreria de Borges, la humanidad de Cortazar, la profundidad de Blake, Yeats, Keats, Dante Aliguieri, Petrarca,... las lecciones de Homero, Ovidio, Plauto, la crudeza lúcida de Cioran, Spengler o Sartre, la fascinante senda de Vitus Droscher o Lorenz, Desmond Morris, Carson Mccullers, Sender, Szymborska, Cervantes, Ionesco, Leonard Cohen, Benedetti o la delicadeza de Omar Khayyam... la lista es larga y voluble a cada una, diferente para cada cual. En Maquiavelo encontramos el sistema político/económico actual, y en Descartes el utilitarismo en estado crudo y el absurdo de la inteligencia como supremo don. Leer a los clasicos ayuda a entender la condición humana, no hay que concentrarse sólo en lo ultimo publicado, a la historia le gusta repetirse. Lo que sucede ahora fue escrito hace 1000 años.


              No se puede entender el nazismo sin haber leído "Mi lucha", ni comprender las religiones sin haber leído la Biblia, el Corán, el Baghavad Gita, el Libro Tibetano de los Muertos, el Talmud, la Tora, el I Ching o Libro de las Predicciones, a Agustín de Hipona o Tomas de Aquino.... Hay que leer, aprender a hacerlo, contrastar lo leído y aplicarlo o rechazarlo en nuestras vidas. Si actuamos en detrimento de la sociedad y sus expectativas humanistas, estalla aquella frase de Jean Cocteau: "el problema actual no es la estupidez, estupidez ha habido siempre, el problema actual es que ahora la estupidez piensa".

Existen -al menos- dos tipos de ignorancia, la una de quien no sabe, la otra de quien no sabiendo, utiliza su creer saber con arrogancia. Es más creativa la primera pues la ignorancia es el único camino a la sabiduría; quienes ignoramos tenemos una buena tierra para cultivo. La segunda ignorancia es extremadamente nociva, porque carece de humildad y con ella se han fabricado todas las guerras, hambres, discriminaciones y demás catástrofes de nuestra especie. Una tercera ignorancia que podríamos añadir es la de quienes quieren seguir siendo ignorantes, sin pensar sintiendo, es la de aquellas que creen acaso que el mundo es sólo como ellas han decidido que debe ser. Sartre nos enseñó eso, y Simone de Beavoir, Enszenberguer, Confucio y Proust. 
 
No todas las veganas son inteligentes, pero todas las inteligentes son veganas. No todas las personas que no acosan a menores son obligatoria y automáticamente buenas personas... No hay dogmas, hay que cuestionarse constantemente los valores individuales para formar sociedades vivas, empáticas y justas. Por eso la activista de cualquier lucha no debe tener ideologías. Cuando los ideales se convierten en fines en si mismos y no en motores de revolución, entonces el proceso evolutivo se ve entorpecido por obsesiones y egolatrías que anteponen su propio punto de vista al cambio social, una de las consecuencias del no saber leer. La ideología es como la religión, opios del pueblo que lo alejan de su responsabilidad de mejorar y avanzar. El filtro antispam más eficaz que existe esta en el cerebro. 

            Hay que tocar la naturaleza y sus criaturas, llegar al dolor milenario de las no humanas, tocar sus vidas de sufrimiento heredado, debemos oler sus muertes agrias y cementerias, sentir que se clava en nosotras como un relámpago la esencia de la mas antigua, dolorosa y profunda de las injusticias, viendo sus campos de reclusión y exterminio grandes como planetas y entender que no hay nada mas urgente y pendiente que la liberación animal y la salvación del mundo natural en que habitamos junto a las demás especies. La sociedad debe callar inmediatamente su bullicio grotesco, no para guardar un minuto de silencio por las victimas, sino para gritar bien fuerte, bloqueando el avance de la maquina. Debemos dejar de poseer personas -humanas o no-, y dejar de tratar la naturaleza como recurso.

             La ignorancia no puede seguir siendo un pretexto para cometer crímenes en el silencio cómplice, si no, el absurdo de la tragedia y el asesinato se perpetúan. Para llamarse avanzadas, las sociedades no deben tolerar ninguna pena de muerte -incluso tratándose de culpables confesas-. No podemos institucionalizar las contradicciones sin cargos de conciencia, porque en este viaje no viaja quien viaja, sino quien es. El viaje es interior. 
 
          Los libros en los plúteos son aves enjauladas, semillas en cajitas, vidas desperdiciadas. Como los pájaros, deben abrir las alas y cambiar de rama, el ave que vuela enseña a volar a quien lo observa, las semillas germinan en suelos húmedos, la vida sólo tiene sentido viviéndose... Abramos los libros, demoslos a leer, la biblioteca de colección es un parque zoológico atestado de tristes criaturas vetadas de vida y de libertad. !LEAMOS!, leyendo se construyen mundos de pensamiento aplicado. Sabiendo leer la discriminación de cualquier naturaleza no es posible, porque sabiendo leer se alcanza el ideal de la lectura: la objetividad. Y tras ella viene el respeto. 
 
              Hace quien es y es quien sabe leer y practica la lectura. Los besos escritos no calientan.




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