Durante la
masacre de niñas oficialmente llamada Guerra de Irak, una marine estadounidense
que conducía un tanque durante las operaciones, testimonió en una red social que
la visión a través de la ventanilla del acorazado le recordaba literalmente a la
de los videojuegos, a los cuales era muy aficionada. Jugando jugando, mataba árabes.
De este modo desprendemos que para las soldadas fácilmente la guerra es un
juego. Supongo que exceptuando cuando les toca morir, entonces se le llama Game
Over.
Los videojuegos
son importantes, son patriarcales y mantienen a la sociedad adulta consumidora
de ellos infantilizada, anonanada, incapaz de hacerse responsable de sus
acciones, así como de tomar decisiones minimamente útiles, más allá de escoger
arma, nivel de pantalla o personalidad de la jugadora virtual. Claro, para qué
pensar pudiendo obedecer..., dado que no podemos cambiar la realidad, siempre
es bueno tener alguna distracción donde evadirnos de nuestros deberes sociales
y necesidad de educarnos.
Sin embargo
una buena parte de la educación que recibimos es social, basada en repetición
de comportamientos, parámetros, juicios y valores; y dado que somos animales
sociales, deducimos de ello que eso que vemos, podemos tender a reproducirlo.
Libros interesantes de crítica constructiva, refuerzan la idea de un mundo en
constante cuestionamiento, en evolución, resumidamente hablando. Libros
destructivos de odio, discriminación, violencia y desprecio, refuerzan ideas de
destrucción e involución. Pan comido.
La empresa
Microsoft España pretende lanzar al mercado un nuevo e innecesario videojuego para
la gente estupida adicta a ellos, creado a su vez por la empresa Reco
Technologies, basado en la tortura y asesinato de toros. La consumidora felíz
obtendrá la eterna gloria de las toreras, ejecutar a algunos toros malos
malísimos. Los cuales, imagino, no se cagarán de terror y laxantes, no se
mearan de pánico escénico, no llorarán de desesperación y náusea, no hundirán
sus rodillas en la arena digital vomitando su vida como los reales, no mugirán
desesperados implorando el fín de tanta tortura y en definitiva no mancharán de
suciedad la alfombra de las videojugadoras. Los videojuegos tienen sus ventajas...
La empresa
por su parte -toda paternalismo y arrogancia-, apela a la tolerancia, al
respeto y a la libertad de expresión en defensa de su intención de hacerlo,
frente a las lógicas críticas recibidas a la realización del negocio. Por otro
lado no es ninguna novedad, otras empresas desarrollan juegos basados en matar
moscas, ordeñar vacas en floridas granjas, aplastar cucarachas, balear
monstruos del espacio, reventar zombies, eviscerar trolles, descuajarringar
guerreras ninja,... y un ampuloso surtido de vulneraciones digitales con
abundante profusión de cacúmenes disgregados, sistemas intestinales saltarines
y salpicaduras de plasma.
Muchas de
las consumidoras de videojuegos (pero ni mucho menos todas) no slo son machos,
también son menores de edad, de modo que ya de paso heredamos a las niñas una
sociedad injusta basada en soluciones fáciles de gatillo suave, en lugar de
heredarles la crítica a ella y las alternativas. En lugar de protestar por la
sociedad fascista en la que nos obligan a aosbrevivir, esperamos que las niñas
nos saquen algún día las castañas del fuego, rezando para que lo hagan mejor
que nosotras. Para tal fín, les ofrecemos videojuegos y sistemas de valores
ególatras y depredadores, mientras crecen al arrorro de nuestra máxima
sabiduria: encogernos de hombros mientras decimos con sonrisa boba "la
vida es así". Y como la vida es así, las heredamos el egoismo y la
egolatria indiferente en lugar de ofrecerles la solidaridad, el diálogo, la
esperanza constructiva y el sentido de la objetividad crítica. No creo en el
sistema educacional, empezando por las madres, pero cuando hoy día cientos de
millones de niñas con tenso rictus de odio frente a la pantalla le pueden hacer
una manoletina o una verónica a un herbívoro virtual esperando ser lo
suficientemente hábiles para hincarle las banderillas y la espada hasta el
fondo de la tráquea, es señal de que la sociedad va a seguir siendo injusta,
las mercaderes van a seguir careciendo de escrúpulos, y muchas madres, santas
señoras, van a seguir siendo poco menos que subnormales. Porque la vida es así.
¿Llegará
algún día en que todas nos declaremos incondicional y ferozmente la paz?. Desde
luego eso no sera leyendo el futuro en los posos del café o del te, cargandop
nuestras armas y reventando enemigas digitales, acuchillando toros, invocando a
absurdas diosas, rezando en miserables templos, cometiendo voto en caricaturas
de democracias que ya no engañan, creyendo a políticas farloperas y asesinas,
confiando en uniformadas o cualquier disciplina de similar caracteristica. Así
no. Nos sorprende cuando una presidenta no intenta matarnos a todas de hambre,
de intoxicación, de asco, de injusticia o de guerra, pero ¿no debería ser la
vida un asunto superlativo?. ¿No debemos nuestro bienestar básicamente al
precio de la vida?. En lugar de eso nos ofrecen videojuegos que enseñan el arte
y la estrategia de matar, relevos generacionales de las peliculas fascistas de
Gibson, Stallone y otras basurillas, sustitutos de Manolete ( dios bendiga a
Islero), Tomás, Jezulín y otras horteras, de doctas profesoras a la altura de
las neonazis, Merkeles o Rajoyes -por citar idiotas inmediatas-,... y en
general un sistema lúdico/educacional basado en opiacear al pueblo con el
tufillo de las patatas fritas y el pegajoso kechup.
No, no son
sólo videojuegos, es el esquema dislocado de un mundo histérico que agoniza
entre billones de inútiles "me gusta" en el feisbuc, porque los
cambios reales suceden más allá de las pantallas, los cambios reales suceden en
la disidencia, en la desobediencia civil, en el cuestionamiento al todo, porque
el sistema se alimenta de compras, de indiferencia, de parasitismo, de ausencia
de participación, de delegación de voluntades, de billones de gentes encogiéndose
de hombros con sonrisa boba. La vida no es así.
Lo único
permanente en el Universo son los cambios. Quien no participa activamente en
los procesos de cambio obligatorio de las sociedades, existe entonces como parásita de los logros que otras personas predecesoras
consiguieron para ella misma. Por ello estamos forzadas a mejorar, por
altruismo y por deuda contraida con las generaciones que vendrán, deudoras
desde el instante de nacer de nuestro pretérito y venidero camino evolutivo. Va
más allá de los videojuegos, va al modelo de sociedad, va a empezar a
plantearnos si queremos escoger extinguirnos al son de la canción del verano o
queremos empezar a demostrar que ya toca la revolución del corazón y el cerebro,
de la empatía y la justícia, de la igualdad, de la vida, en resumen, en el lado
interesante de la pantalla, el nuestro.
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