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miércoles, 20 de marzo de 2013

De Morcillas

                                             DE MORCILLAS

            Hoy, damas y caballeros, les presentaré al señor Morcilla. Su verdadero apellido no es vinculante, sino que haremos como en el princípio de las sociedades, cuando la gente tomaba su apellido de su oficio, sus caracteristicas o sencillamente del mote que le habían dado sus personas conocidas. Don Morcilla es una persona ligeramente subdesarrollada éticamente, que esgrime sus dotes oradoras y su capacidad de análisis fuera de lo común para defender aquello que su nombre indica: las morcillas. El señor Morcilla posee titulos universitarios, espacio en medios públicos, apellido sonoro, aspecto sobrio y reflexiones curiosas -sin ser brillantes-, elementos todos los cuales utiliza para defender a capa y espada su protoderecho a mascar cadáveres. El gran objetivo existencial del señor Morcilla. Y el único quizás.

            Milenios de filosofía, sociologia, ética y moral no han servido para nada, los Señores Morcilla del mundo, impartiendo cátedras, presidiendo seminarios y recibiendo a diestro y siniestro galardones por las comerciantes, buscan afanosas la palabra justa, la parábola más graciosa y el giro semántico más delicado con objeto de lograr su preciado manjar para refreirlo en su propia grasilla. Mordiendo con denuedo a quien se interponga entre ellas y el negro embutido de sangre cocida. 

            Para cualquier humanista, nada hay más revulsivo que la actuación de una caterva de Señores Morcilla blandiendo sus pedagogías con micrófono en la barbilla, ligeramente atontados por el proceso digestivo de una ristra de morcillas, religiosamente empujadas con pan de hogaza y vino de la región. Son así de campechanas cuando se lo proponen, por eso la plebe las ama. Y aunque se les note el crimen en la comisura de los labios y se les transparente la mezquindad en la infalibilidad de su discurso, su supino grado de necedad corresponde a aquellas que en lugar de atesorar sus dotes para lograr construir civilizaciones avanzadas con individuas avanzadas viviendo en ellas, promueven en detrimento el sanguinarismo y el embrutecimiento.

            Cadáveres, flujos, excrecencias, fermentaciones, podredumbres, amputaciones, grasas, exprimiciones...,  el sistema alimentarios se nutre de coliformes y puses,  encontrando en los señores Morcilla argumento para perpetuarse y ser, contra el avance de la ética.

            Por eso no hay que aceptar nunca lo que proclaman dichos señores, nos va el futuro en ello. Y cuando actúan en sus espacios para blindar con su cháchara la estupidez, nosotras, en lugar de guardar un minuto de silencio por su inteligencia fallecida, debemos gritar, para conseguir que los mugidos, chillidos, gemidos y aullidos de las víctimas del especismo no permitan a los Morcilla seguir jaleando el chirrido de la cadena de despiece, el motor de arrastre de la linea de ganchos de los mataderos, la horrible banda sonora de los asesinatos.

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