DE MORCILLAS
Hoy,
damas y caballeros, les presentaré al señor Morcilla. Su verdadero apellido no es
vinculante, sino que haremos como en el princípio de las sociedades, cuando la
gente tomaba su apellido de su oficio, sus caracteristicas o sencillamente del
mote que le habían dado sus personas conocidas. Don Morcilla es una persona
ligeramente subdesarrollada éticamente, que esgrime sus dotes oradoras y su
capacidad de análisis fuera de lo común para defender aquello que su nombre
indica: las morcillas. El señor Morcilla posee titulos universitarios, espacio
en medios públicos, apellido sonoro, aspecto sobrio y reflexiones curiosas -sin
ser brillantes-, elementos todos los cuales utiliza para defender a capa y espada
su protoderecho a mascar cadáveres. El gran objetivo existencial del señor
Morcilla. Y el único quizás.
Milenios
de filosofía, sociologia, ética y moral no han servido para nada, los Señores
Morcilla del mundo, impartiendo cátedras, presidiendo seminarios y recibiendo a
diestro y siniestro galardones por las comerciantes, buscan afanosas la palabra
justa, la parábola más graciosa y el giro semántico más delicado con objeto de
lograr su preciado manjar para refreirlo en su propia grasilla. Mordiendo con
denuedo a quien se interponga entre ellas y el negro embutido de sangre cocida.
Para
cualquier humanista, nada hay más revulsivo que la actuación de una caterva de
Señores Morcilla blandiendo sus pedagogías con micrófono en la barbilla,
ligeramente atontados por el proceso digestivo de una ristra de morcillas,
religiosamente empujadas con pan de hogaza y vino de la región. Son así de
campechanas cuando se lo proponen, por eso la plebe las ama. Y aunque se les
note el crimen en la comisura de los labios y se les transparente la mezquindad
en la infalibilidad de su discurso, su supino grado de necedad corresponde a
aquellas que en lugar de atesorar sus dotes para lograr construir
civilizaciones avanzadas con individuas avanzadas viviendo en ellas, promueven en
detrimento el sanguinarismo y el embrutecimiento.
Cadáveres,
flujos, excrecencias, fermentaciones, podredumbres, amputaciones, grasas,
exprimiciones..., el sistema
alimentarios se nutre de coliformes y puses,
encontrando en los señores Morcilla argumento para perpetuarse y ser,
contra el avance de la ética.
Por
eso no hay que aceptar nunca lo que proclaman dichos señores, nos va el futuro
en ello. Y cuando actúan en sus espacios para blindar con su cháchara la
estupidez, nosotras, en lugar de guardar un minuto de silencio por su
inteligencia fallecida, debemos gritar, para conseguir que los mugidos, chillidos,
gemidos y aullidos de las víctimas del especismo no permitan a los Morcilla
seguir jaleando el chirrido de la cadena de despiece, el motor de arrastre de
la linea de ganchos de los mataderos, la horrible banda sonora de los asesinatos.
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