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miércoles, 19 de diciembre de 2012

Poema de navidad bastardo



habiendo visto lo que vi
sabiendo lo que se
    con el corazón maltrecho y el valor intacto
me vais a permitir este desconsuelo
                              de las tres de la mañana

habiendo pesadillado en los camastros de majdanek
comida por las sanguijuelas del vietcong
endurecida por congelación en un gulag o un laogai
en la oscura oscuridad de las bolsas
                       de plástico en la cabeza
                                  cortesía de guantánamo
habiendo sido desuñada en una comisaría burgalesa
violada en moscú
   decapitada en áfrica central
          desintestinada por el cartel
desplumada en una matadero holandés
y agónica en el suelo de hormigón
                    de una granja de engorde sueca
acosada por la gangrena y la indiferencia...

habiendo muerto tanto
         me vais a permitir
dejar de creer en vosotras

este desasosiego durará un rato
                       -pongamos hasta las tres y veinte-
entended que es duro ser rifada como un juguete
digan los que digan
          las genocidas del vaticano
una no se acostumbra fácilmente a morir

una no se acostumbra fácilmente a morir
es precisa una estrategia previa
            aprobar el cursillo de auxilios omitidos
o el de víctima en primer grado
desoír lo evidente           
             ignorar el dolor ajeno
aún así asumir el rol de pérdidas siempre escuece
aunque luego pudrirse al sol sea indoloro
y no se sufre ya en las bandejas del supermercado
o hecha cubitos para el caldo
o encalada en una fosa común

habiendo sentido lo que sentí
en este instante a las tres y dieciséis de la noche más opaca
cuando escucho los camiones cargados con mis
                    hermanas yendo a morir
desvelada por la consciencia
con los puños rigurosamente mordidos
por un odio inútil y un amor ingenuo
lo menos que puede una hacer
es permitirse veinte minutos de desasosiego

quiera o no vendrá quizás el sueño
           podré soportar la sabiduría de los hechos
podré tal vez dormir sin escuchar
                    los ganchos estirando la carne trémula y doliente
las ampollas de pus del napalm y la radiación
los huesos crujientes por el mercurio
el fragor de las lágrimas de mi hermana antes
              de ser convertida en carne
cayendo con estrépito sobre el suelo ensangrentado
podré quizás dormir
                    hasta el año que en breve comienza

pero mañana ay mañana
seguiré luchando por que todo esto acabe
me enfrentaré a mi misma como siempre hice
cuantas veces sea preciso
contra todos los ataques de la brutalidad de mi familia humana
contra la paz con sangre ajena
contra la libertad bajo cárceles
contra la vida que precise vidas para ser
contra la ignorancia y su perversidad
y su crueldad y su pereza
contra cualesquiera tres de la mañana y sus veinte
                 minutos de descrédito
contra el malestar  bienestarista
a favor del respeto y del latido
a favor del amor
con todas mis llagas como barricada

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