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miércoles, 26 de diciembre de 2012

PATRIA Y MUERTE



                 ¿Un poeta qué puede hacer?, cantar a la revolución, llorar los muertos, invocar el rostro perdido de la libertad?            
                                                                                      Dionisos Solomós


                                                                                 PATRIA Y MUERTE

Cuando huí de España hace algunos años dejé muchas cosas atrás. Huír en el 2004, con la pompa bien hinchada, representaba escapar de un sistema consumista feroz basado en el flujo de dinero como sistema de valores, de la ineptitud del Estado corrupto para detener a las corporaciones, significaba alejarse de los más de 140 kilos de carne que cada ejjpañolita se tragaba anualmente, debidamente aceitada. Huí hacia un pais mas pobre economicamente, sin mirar atrás por temor a convertirme en una de las millones de estatuas de sal que engrisecían los caminos de la tierra que deje atras. Pero no todo lo que abandoné fue miseria, barbaras gastronomías y corridas de toros, también dejé buenas personas, orografías irregulares, el mar ubícuo, el sabor a sal del aire y las rudas tormentas. Al venirme quise la desnudez, por ello una de las labores obligatorias que acometi fue desprenderme de mi amada biblioteca. Un dolor necesario que me liberó de los mis más de tres mil volúmenes, que englobaban buena parte de la literatura europea, asiática, americana (sobretodo de la Verdadera América, la del Centro y Sur, lejos de ese monigote absurdo llamado USA aunque diera a Kerouac, a Bukowski o a Cohen), así como centenares de ensayos filosóficos, sociológicos, psicología, poesía, etc... La lectura de los cuales me obligara despues a escribir como un modo de venganza, según dejó escrito Marcelino Fernández, maesto de Borges.


De los 40 libros que rescaté destacaría dos, insuperables, ¨La energía de los esclavos¨ de Leonard Cohen y el Quijote, atribuído a Cervantes -aún con muchos detractores a tal autoría-. El Quijote nos habla -con una llaneza llena de complejidades-, sobre la naturaleza humana, sobre los tipos de personas, sobre el especismo sobretodo. Aunque muchas necias tratan el Quijote como una bandera de patriotismo de lo español hacia/sobre/contra el resto del mundo. El patriotismo tiene una cara muy oscura, y al igual que otras cuestiones, hay que saber interpretarlo en los tiempos mercantiles que sobrevivimos. El patriotismo casi siempre deviene contra la gente, pero muchas personas anhelan ser buenas patriotas. 


¿Queréis ser buenas patriotas?: empezad por no comer productos sanos. Defended la economía nacional: atiborraos de carne, deglutid toneladas de leche. ¿Anheláis reforzar el producto interior bruto de vuestro territorio?: comprad, comprad como si el dinero ardiera en las manos. Las corporaciones farmacéuticas que dirigen Las Cortes y las Autonomias engordan manteniéndonos enfermas, las especuladoras bursátiles se hinchan con las expectativas del consumo. Hay que sufrir para ser buenas patriotas. No os permitáis envejecer demasiado, pues después de la jubilación sois una carga y a nadie le interesa vuestra posible sabiduría. Fumad sin cesar hasta que el cáncer devore vuestros pulmones, bebed alcoholes hasta que la cirrosis funda vuestro hígado, atragantaos de cadaveres hasta que os revienten las arterias. No alcancéis a colapsar la seguridad social, vuestra vejez improductiva es un estorbo al PIB, pero ojo!, no muráis jóvenes, el país necesita carne para la máquina, aguantad con sprays y tabletas hasta vuestro último día de trabajo... y después seguid comprando ollas, aspiradoras, televisores donde ver retransmitida vuestra imagen como en un espejo deformado, ipodes que os digan lo qué teneis que hacer, como a monigotes de cabezas lacias y rictus condescendiente, caricaturas patriotas vestidos al color de la bandera. Comprad objetos y situaciones que os den lo que os falta: imaginación, caracter, personalidad e individualidad, en exitosas metástasis de una sociedad esquizofrenicamente analgesica que digiere su propio cadáver. 

                                          http://vegangrafik.blogspot.com/

Cuanto más estúpidas y próclives a la paranoia, más fácil es vender a la masa los ungüentos de la vida eterna. El país nos exige estupidez y banderas. Comprendiendo que el tiempo libre es aquel espacio de la semana que la productora dedica a adquirir y consumir los productos que ella misma fabrica mediante el dinero remunerado por su trabajo de producción.

 Por otro lado las corporaciones que gestionan nuestros países son las más democráticas que existen: son elegidas en comicios hipermercantiles, en lonjas de transacción, en tratados de libre mercado, en todas y cada una de las ocasiones que abres tu monedero o enarbolas tu tarjeta de crédito para consumir. No mata la bala más que el arma que la disparó, ni más que la empresa que la construyó, ni más que la ayuda estatal a esa empresaria. Ademas esa empresaria posee una fábrica de juguetes, otra de minas antipersona, otra de ganadería extensiva, otra de venenos transgénicos y otra de corbatas para caballeros elegantes o bragas para princesas. Es omnipresente, como dios, y como dios injusto, y como dios sanguinaria. Y como dios, imperturbable. Las personas creyentes otorgan la bondad a un acto de dios y el mal a un acto del diablo, de ese modo dios no tiene nada que ver con las violaciones, la paidofilia, las ejecuciones, el asesinato de género, por ejemplo. Dios es inocente. Y omnipotente, curiosa dislexia. Y ese mismo papel de dios lo ejerce ahora la economia.


             Como el animal no humano es una bolsa de carne provisionalmente viva, la cliente sólo es una insaciable bolsa de carne que transporta el legitimo dinero de las corporaciones. La insaciabilidad es mental, como inmensas obesas incapaces de moverse ni desplazarse un centímetro de su obtuso punto de vista grasiento, aniquiladas por su soledad y furiosas con ella. Tratando de abotargar esa soledad mediante ingesta de más y más animales, más y más demencia y estupidez, hasta que un día no son capaces de sobrevivir sin ayuda, entonces pierden toda dignidad y recurren al chantaje emocional o a los derechos que para ellas hemos creado. Consumen su sábado noche mirando por una de sus ventanas a lo baladí, deglutiendo ante sus pantallas comida barata encargada por teléfono, cumpliendo un ritual sempiterno. No sintiendo asco, ni vergüenza, ni el menor escrúpulo en cometer esos atentados contra sus posibilidades, contra su humanismo. Sin comprender entre otras cosas lo que la ingesta de carne conlleva: un placer inmediato contra la frustración, el refuerzo de una sociedad mercantilista y de la individua sin opciones, de la venganza utilitarista, el asesinato de animales y la destrucción de la inocencia, en resumidas cuentas de sistema injusto patológicamente retroalimentado, incapaz de entender ni el acento inicial de la palabra ética y donde la policía es sólo uno de los rostros de sus rostros. Y la vida es esa angustia a oler mal, a no poder pagar la hipoteca, a perder las vacaciones, a no vestir a la moda, a ser vulgar,…

                                                              http://vegangrafik.blogspot.com/

La llaga, hay que ir a la llaga, hay que señalar, reconocer y tratar esa herida profunda y sangrante en el cuerpo de la ética llamada especismo. Hay que echarle sal a esa herida, duele, mucho, pero toda sal cauteriza y deja cicatriz. Ambas acciones, cauterización y cicatriz, son esenciales: la cura de la herida para que el humanismo deje de sangrar esos billones de animales no humanos y deje de sangrar su futuro, para que el humanismo comience a dejar de tener cuentas pendientes y a ser sin miedo. Y la cicatriz, porque nos recordará para siempre quiénes somos y quiénes fuimos. Como algunas presas sobrevivientes de Auschwitz no quisieron borrarse el número tatuado que allí les hicieron suyo. Gente sin escrúpulos y gente sin imaginación proyectaron ese democratico concepto de campo de concentración que la patria mima. Son los mismos grupos de personas las que la mantienen.

 La no creencia en la democracia tal y como la tenemos vincula estrechamente a las anarquistas y a las fascistas, es el problema de las verdades, que tienden a interpretarse y a empozoñarse ante la dificultad de aceptar la verdad desnuda. La ley es un concepto de minimos, es a partir de ella que comienza la verdadera justicia, el concilio etico del saber.

 ¿ Qué es saber ?, ¿ qué es ver ?, no importa, la clave es ¿ por qué alguien más allá de nosotras mismas debe sufrir nuestra oscuridad ?). La gente vive amenazada, en guardia, creadora de gestos ampulosos que disfracen su miedo y envidia, temerosa de una burla o un desprecio que no vacila en demostrar con otras como método de autodefensa. Viven vestidas con postizos estados de ánimo, obligadas a las palabras y a los comportamientos, incapaces de saltar o dedicarse a lo que nos apasiona por temor a que las demás lo consideren ridículo. Viven otras, soñando deseos ajenos, realizando actos prestados y yendo a donde no quieren. Vivir en sociedad implica renunciar a si mismas, como pequeños suicidios, emasculando no el sexo sino el corazón y la libertad que de cada animal, de cada individua libre emana. Hay que irse al bosque, o ante la cobardía de no querer hacerlo, al menos llevar el bosque en nosotras. Y cuando digo el bosque, digo el desierto, digo dunas, manglares, estepas, cordilleras, digo sotomontes y pantanales.


El Quijote, loco soñador de nobles ideas y obsesiva valentía, combatió la injusticia y la sinrazón junto a su compañero Sancho (obeso símbolo del pueblo llano ), y quién sabe si hoy arremetería contra bancos y edificios bursátiles en lugar de molinos, o contra la represión policial donde ayer eran contra mercaderes. Lo agrio del Quijote es que siempre luchó a lomos del viejo caballo Rocinante, que no quiso ser leyenda sino pastar en paz. Hay agror en ciertas bellezas, porque la lucidez que no teme conlleva soledad. A veces escribimos aturdidas por nuestras conclusiones, y nos sentimos frágiles y absurdas en ambientes extraños a los concernientes a la ética, debido a que en esa referencia, todas somos cerdos, ratas y cucarachas. Si queréis otra realidad, buscadla en el antropocentrismo.
            

            Hay que aprender de las nubes, las cuales a veces cubren superficies como continentes, las llaman masas nubosas pero saben ser sólo una Nube. Otras veces son nubecitas del tamaño de un poblado humano o un bosque. Sus elementos principales son agua, aire y bondad. Siempre hay bondad en la lluvia, aun cuando no nos convenzan sus métodos o nos parezcan excesos y carencias. Se funden unas a otras sin problemas, machos con hembras, pobres con ricas, sureñas y norteñas, sin atender a tamaños. Si tienen problemas con las alturas, entonces se licuan, se concentran se disgregan, hasta hacerse irreconocibles unas con otras. Viajan de aquí a allá sin visados ni patrias, sueltan sus lastres donde les parece adecuado, se liberan de lo que les sobra, por eso las nubes nunca mueren, como la materia y la energía, sino se transforman, bajan, suben,... y estando, son.


             Hay que saber ser sin patria, la  piel es ya una identidad universal, y la voz una bandera, son precisas menos genuflexiones y mas revoluciones pacificas basadas en la libertad y otras subversiones, en la razón racional y la emoción emocional. La inercia de la brutalidad debe cesar, y reparar las causas y no sólo las consecuencias, hay que respetar las minorías pues la suma total de las mas disgregadas minorías resultan la mas absoluta de las mayorías, y ser las "buddas" del dolor animal no humano, despertar, conmoverse, elogiar la humildad practicándola.  Sólo así la humanidad tiene esperanza.


            Y si ello no te basta ( porque ello no basta ), entonces llora, maldice, enfurécete, lucha, haz con tu dolor algo digno para los inocentes. La solemne grandeza de la osa polar sera apenas un recuerdo contra el hecho del que sólo sabrá salvarse la sociedad suicidándose. El hoy es el cadáver del mañana, el pasado no existió y el futuro es imposible. Hay que romperse, hay que recuperar el arte de llorar por lo importante, analizar este eclipse de valores y abrazarse a la religión de la vida y de amar, escupiendo con ello las otras religiones del odio. El cuerpo es una herramienta de delirio, un enchufe conectado a la tierra, de la cual recibe su única energía posible, hay que huir del plástico y de las fórmulas estéticas de cortesía. Y hay que quebrarse en mil pedazos por un perro atropellado, un ternero desintegrado en filetes, por un rio quemado, por una mujer humillada, por una montana arenada y un ser humano despreciado por ser quien es. La compasión es una opción, pero la justicia es un deber. Esa deuda la tenemos con todos los animales, humanos o no.


            El desarrollo y el progreso nunca son económicos -pese a la fama de que sí-, sino morales. La gente que vive sin besar, enloquece. La diferencia entre el ser humano y el resto de las especies animales no es, como se postula, la inteligencia, sino nuestra absoluta falta de escrúpulos. Carnivorismo es terrorismo.





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