"¿
Soy
yo acaso guardián de mi hermano
?"
Génesis
4.9
LA
GUARDIANA DE MI HERMANA
Vuelvo
a ver las imagenes que Igualdad Animal ofreció a debate publico hace
unos meses, filmadas en la explotación porcina española
Escobar. Quizás las trabajadoras fantaseaban con que la cerda era la
patrona y que era a ella a quien le clavaban la espada y
desparramaban sus intestinos. La historia está llena de cobardes que
se vengan de las débiles y, como en las imagenes referidas, las
acosan y acorralan, las golpean, apuñalan,
hurgan en sus cadáveres
y gastan bromas mientras la víctima,
destripada y
enloquecida de dolor, muere en agonia. O tal vez sentían algo de
pena en su interior, pero la excitación grupal, el tumulto de la
multitud, le condonaban de algún modo el crímen ante sus ojos,
apaciguando cualquier sentimiento de culpa. Sin duda asesinaban a los
cerdos enfermos o desvalidos estableciendo una distancia moral con la
individua asesinada. De otro modo estariamos hablando de gente
psicótica. Y ese es el tema de hoy.
Las
personas que trabajan en centros de exterminio animal o en campos de
concentración, naves de trabajo, cria, engorde, producción... no
son en general gente inteligente y sensible. Lo repito por si alguien
ha leido demasiado rápido:
nadie poseedor de inteligencia emocional o emociones inteligentes
puede explotar animales no humanos, ni siquiera tener contacto con
ellos, al menos durante demasiado tiempo. Prueba de ello es que la
gentuza que se encargaba de la vigilancia y funcionamiento de los
campos de concentración nazis, asi como las esclavistas en los
barcos negreros o las carceleras de prisiones, solían
ser ex-asesinas, delincuentes, violadoras, pedofilas, o en su mayoria
gente sin educación,
agresiva, brutal.
Es preciso contratar a personas sin opciones, cuanto más
ignorantes y mezquinas, más
eficientes. Numerosas son las agresiones fisicas recibidas a las
activistas por parte de trabajadoras de circo con animales,
mercaderes, granjeras, peleteras, matarifes, vivisectoras, etc.
Valga
apuntar que muchas de las personas que trabajan en dichos centros son
practicantes del catolicismo. La Iglesia Católica esta fuertemente
en contra del aborto humano, incluso en los casos en que la madre ha
sido violada sexualmente, cuando el feto esta malformado o el parto
corre riesgo de matar a la madre o al bebe. Es normal que la Iglesia
Católica defienda el derecho a la vida de las personas
subnormales,
porque muchas de ellas son sus principales clientes. Por no hablar
del Banco Vaticano como uno de los principales inversores en negocios
de
armamentistica
mundial, responsable directa de millones de muertes. En cualquier
caso tampoco es indispensable ser católica para matar, las ateas
tambien lo hacen muy bien.
Nadie
que trabaje durante mucho tiempo en una factoría de carne puede ser
remilgada, bien sea por su total carencia de escrúpulos,
o acaso como modo de protección psicológica. Las trabajadoras de
dichas fábricas, por egoísmo, por avaricia, por miedo, por
estupidez o por la tremenda pereza a la hora de buscar opciones
laborales justas, saben resistir y hacerse fuertes a los hechos de
sus asesinatos y sus esclavizaciones. Representan un grupo social
subdesarrollado emocionalmente, sin conexión con la realidad ética,
trabajan en los subterráneos de la miseria humana, escarbando en los
excrementos, comerciando con los aullidos, manoseando intestinos,
revolcándose en esas tareas con los
que la
sociedad avanzada rechaza tener contacto... pero hipócritamente el
consumo de carne precisa. Las trabajadoras de la carne son débiles
pedagógicamente, incompletas en el humanismo, cuando no
delincuentes, muchas de ellas pasaron por prisiones por delitos
contra seres humanos. Las sociedad las usa como se usan las
escobillas del inodoro, para eliminar lo desagradable. Nos creemos
superiores a ellas, aunque sólo hay distancia fisica entre el crimen
y quien lo comete, a nivel etico tan culpable es quien paga como
quien hunde el cuchillo.
Esas
personas que hunden el cuchillo, muchas de ellas sin
valores,
vacías, crueles a menudo, horrendas de vez en cuando, miserables
siempre, llevan a cabo la labor de criar, torturar, aterrorizar y
finalmente matar a seres vivos extraordinariamente similares a
nosotras, esas personas han sido las escogidas por nosotras para
existir en las letrinas de la civilización. Sin embargo y con todo,
resulta paradójico que sea a ellas a quienes encargamos la delicada
tarea del "trato humanitario" a los animales no humanos. Es
por ello que la muerte o el trato humanitario en la cría de animales
son una falacia. La gente necia
cultiva los atributos de la fuerza bruta, altamente ligada a la
necedad: musculatura exterior, ingesta de carnes ajenas, rudeza,
insensibilidad... En cambio la gente astuta se aplica en mover los
hilos del negocio de ese cultivo a la torpeza. Ambas proponen la
zafiedumbre como modo de ser y existir, que puede ser ética sin
dejar de ser estúpida.
Llegado
a este punto amplío
que en esferas mas elitistas no hay nada más patético y repugnante
que asistir a la función circense de filósofas, intelectuales,
políticas o legisladoras empleándose a fondo en la alta misión de
defender con estética
sus longanizas y sus filetes, sus morcillas y sus pringues,
revolcándose
en las jergas de la intelectualidad. Patéticos protohumanos que
destacan por sus publicaciones y sus cargos públicos pero ingurgen
amputaciones con la misma delectia que las violadoras de niñas.
En
ciertos crímenes el mundo se compincha.
Como
cuando un perro que se muestra agresivo con otras personas, si hay
culpables debemos buscarlas en las cuidadoras.
La
gestación y exterminio anual de animales para consumo es de 21
billones a escala mundial, aunque seria igual si hablaramos de 1000
billones o de un millón, porque se trata de cifras inhumanas,
inabarcables. No podemos imaginarnos siquiera a un millón de
personas esperando en colas a ser degollados o con la cabeza hundida
por un mazazo o una pistola de proyectil retráctil,
es una cifra abstracta. Entonces, la cría y muerte de animales de
modo humanitario es por lógica una utopía, no existe ninguna
posibilidad de cometer ese tipo de negocios sin crueldad. En primer
lugar porque, existiendo al menos tres veces más animales no humanos
de cría que humanos
en el planeta, numericamente no hay especialistas suficientes para
aplicarse a curar las enfermedades derivadas del hacinamiento en las
factorías, combatir los masivos contagios, suprimir el estres o
eliminar el malestar del animal no humano; así
como no hay espacio suficiente para unos minimos muy minimos de
comodidad. Ya no hablemos del momento de la muerte, cuando el
matadero se comporta como una máquina de convertir vida en bloques
de carne, una planta de transformación de seres vivos asustados en
pedazos cómodos de consumir. No existe un contingente tan enorme de
especialistas o veterinarias y por supuesto no existe una eficiencia
y una voluntad de acción en la veterinaria que garantice en dichas
crías los mínimos de dignidad. La mayoria de personal
veterinario
no es
en absoluto de confianza, aunque sólo fuera por ser carnivoras.
Por
otro lado, si
la cria de animales no humanos se realizara de modo ecológico, en
amplias
instalaciones,
el consumo de carne se encarecería considerablemente, las ventas
descenderían y se iniciaría una especialización de tal costumbre,
y una elitización de tal por parte
de las
personas con más recursos económicos. Lo cual tampoco resolvería
el problema del especismo.
Hay que prohibir el consumo de carne.
Como sea. No puede existir bajo ningun concepto un derecho a asesinar
por placer.
¿
De qué
modo es posible certificar que estos harapos de cerdo que la gente
compra tuvieron una vida “humanitaria” y una muerte digna ?.
Quién
lo hace?, ¿ las mercaderes que comercian con su cadáver
?, ¿ las verdugas ?, ¿ las legisladoras del bienestarismo ?, ¿ las
engordadoras ?, ¿ la persona que le hundió sin escrúpulos el
cuchillo en la garganta o acercó a su frente la pistola de embolo
retráctil ?.... La certificación de trato humanitario por parte de
esas gentes vivamente interesadas en ello tiene una objetividad, no
ya cuestionable, sino rigurosamente negable. Sólo el mismo cerdo
podría certificar ese teórico trato benigno,
pero ningún cerdo sabe ser tan mezquino y necio, tan infinitamente
humano, como para certificar algo de tal naturaleza. Ningún
asesinato es digno, ninguna trato deja de ser maltrato, ningún uso a
animales escapa de ser un abuso. La
muerte siempre es La Muerte.
Ellas
se llaman a si mismas simplemente omnívoras, nosotras las llamamos,
simplemente, nazis. Los
campos de concentración no los construyó en absoluto el sistema
nazi -por
favor !basta
de mentiras!-,
el exterminio de 50 millones de personas, judias, gitanas,
homosexuales, disidentes lo realizó la indiferencia, la
permisibilidad del horror, mientras las cobardes "buenas
personas" rezaban para que "el dedo" no señalara
a su casa y su nombre no estuviera en "las listas". Los
sistemas no son culpables, las armas no son responsables, las bombas
no sienten remordimientos, son la gente que los inventa, la gente que
los utiliza y la gente que no lo evita las verdaderas culpables de
todo.
No
voy a pedir perdón por mi dolor ni voy a justificar de algun modo la
muerte y el sufrimiento de aquello que no quiso hacerlo. Hay que
antropomorfizar el comportamiento animal no humano, tanto como hay
que animalizar al ser humano, así podemos ser capaces de comprender
el dolor y la muerte causados siempre por nuestra parte. El
vegetarianismo es sólo la puerta a la casa de los derechos animales,
no hay otros accesos. Aunque nacemos veganas, provisionalmente y durante un tiempo disponemos del
lactovegetarianismo propio de los mamíferos, más allá de esos
hechos naturales se abre el mundo de la cultura y de la ingesta de
cadáveres, de despojos de otros animales, de menstruaciones o
abortos de gallinas, de la
blanca sangre
con pus de vaca. Torturamos el cuerpo con carroña y otras toxinas,
nuestra
inconsciencia
no conoce limites, ni las del respeto que debemos a nuestra especie u
otras especies, ni incluso la de su muerte y su agonía. Robamos lo
único que la
vida posee,
su propia vida, para un minuto de placer.
Tocar
el fango es necesario, lo brutal, lo mezquino, como haberse comido la
carne de otros animales porque así
nos lo maleducaron. No hay que abogar al remordimiento, ni siquiera
buscar culpables a la infamia, no sirve de nada lamentarse, hay que
cambiar, hay que seguir andando, hacia una paz sin cláusulas,
no permitiendo jamás
que las brutales tengan acceso a las débiles,
a las potenciales victimas, a las niñas o a los animales no humanos.
Camino a Ripoll, un camión repleto de cerdos con destino al matadero. Jamás podré olvidar sus asustadas miradas. Tampoco la del conductor del vehículo, verdugo de tal genocidio. No he podido evitar vuestro asesinato pequeños, pero seguiré viviendo y sintiendo vegana por nuestros hermanos. Laura Oromí
ResponderEliminarEs importante no asumir que un paisaje con camiones al matadero forma parte de la cotidianeidad, no es normal, no podemos aceptarlo como normal aunque nos lo digan mil veces. El mundo esta mal hecho y hay que arreglarlo. Pero sin pactar con las responsables, sino siempre haciendoles saber que se equivocan. Un beso.
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