Bienvenida a estas líneas.
Hay una guerra en marcha.
Leonard Cohen
GUERRA
CIVIL AL CONSUMO
Bienvenida, si estás
leyendo estas líneas significa que ya sabes muchas cosas de las que
te quiero hablar, ( si no todas, si no más ). Estas palabras son
para ti, como para mi lo fueron otras ayer, desde el lado bueno de la
barricada. Bienvenida a la guerra civil en la cual participas tal vez
sin saberlo, sin proponértelo; al enfrentamiento entre honestidad y
mentira, entre equilibrio y descontrol, entre ética y sociedad. La
guerra en la cual tu soldadía se practica cuando compras. Porque
según qué compres matas o das la vida, según a quién pagues
adquieres horror o justícia. Es así de sencillo.
Habrás adivinado quién
soy, una de esas radicales en que convierten los medios a todas las
personas que disiden, no atracándose de cocacolas o hamburguesas
hechas con agonía, idiotas que piensan en la tierra como algo íntimo
y muy muy amoroso, muy de una pero muy de todas y muy de nadie,
idiotas que saben que las patatas no crecen en los árboles ( aunque
ciertas corporaciones trabajen para conseguirlo ). Sabes quién soy
porque vivo en ti. Soy la idiota que vive en tí.
Pero la guerra civil
de la que te hablo no enfrenta a las personas desnudas como tú y yo.
La historia, sin embargo, y las vencedoras que la escriben, se ha
encargado de darle exclusivamente este término al destrozarse entre
nosotras; incluso cuando las enemigas no somos exactamente nosotras,
sino la manipulación mediática, las multinacionales, los logos e índices de
audiencia, los cómputos anuales, dividendos y elencos de ventas... una
masa deforme y hueca que mata selvas, extermina pueblos, derroca
sentidos comunes. Bajo el pretexto del progreso y el bienestar que
nos comprime hasta reducirnos al papel más pequeño: el de
consumidoras.
El ser humano
respira, se alimenta, se enoja, se divierte, crea, construye,
dialoga, discrepa, critica, duda, yerra, se relaciona y aparea y
comunica..., un abanico demasiado amplio para pretender agruparlo en
el triste concepto del consumir.
Consumo: (Del lat. consumêre.)
Destruir, extinguir./ 2. Utilizar comestibles perecederos u otros
géneros de vida efímera para satisfacer necesidades o gustos
pasajeros.// 3. Gastar energía o un producto energético 6.
Desazonar, apurar, afligir... Según su raíz etimológica, consumir
implica cooperación para un hundimiento, destrucción. La
civilización maneja una constante de eliminación errónea, con
objeto de poder clasificarnos como productoras o consumidoras. Sin
embargo, somos personas, animales humanos, con toda nuestra miseria y
nuestra virtud, ni consumidoras ni productoras. Cediendo este terreno
ya no habrá músicas y melómanas, poetisas y lectoras o
agricultoras, barrenderas o transeúntes, sino simplemente
productoras y consumidoras de productos.
Pero bueno, yo quería
hablar de una guerra, si lees estas palabras es que tal vez ya has
escogido el bando que defiendes y al bando que rechazas. Las enemigas
son tan conocidas, como anónimo te quieren a ti. Se llaman
neoliberalismo, bancos, se llaman explotación masiva de recursos,
encarcelamiento, depredación de soberanías alimentarias, se llaman
esclavitud al objeto, american way of life, moda de pieles,
vivisección, transgénicos, energía nuclear, maquilas, matanzas de
sindicalistas, matanzas de niños y población civil, guerras
preventivas, minas antipersona, pensamiento único, omnivorismo
(homonivorismo), destrucción de microeconomías, desruralización
del mundo,... una lista interminable de los mil disfraces, que sabrás
reconocer por las veces que actuan en público vestidos de ¨algo
indisoluble al progreso¨. En ocasiones son una niña que te sonríe
mientras engulle las papillas perfectas en la revista de moda, o la
boca de una chica preciosa que te coquetea desde un descapotable. Por
eso las armas de las enemigas suelen ser la ignorancia humana, su
miedo, su soberbia, su ignorancia,... “Consume para hacer país”,
nos dicen, sin la mínima vergüenza. Consume para ser. Ten hijas
para perpetuar la hegemonía de la raza blanca y evitar la
inmigración, compra para mejorar la economía. Consume. Ya no
importa qué ni para quién. Consume.
Vivimos en el
vientre de la bestia, de ese monstruo europeo que ingurge bosques,
destruye razas, pela montañas, desertiza prados y acosa, expolia,
pudre y esquilma la vida, con el compulso y ciego objetivo de tratar
inútilmente de saciarse. Alimentar al Vehículo, a la incapacidad de
ser sin tener, amontonar cientos de accesorios y hábitos ridículos
preñados de vanidad: nuestro modo de vivir resulta insostenible.
Pero hay personas reales, humanas y no, muriéndose tras las postizas
sonrisas de PVC, hay trozos de personas descuartizadas en las
bandejas del supermercado, hay tribus arrasadas para alimentar una
lámpara de diseño, hay niñas sin infancia en el café de los
desayunos, hay las más profunda de las soledades de una madre
esclavizada en tu vaso de leche, hay piernas amputadas en el regalo a
las personas queridas... Hay demasiado dolor ajeno para que pueda
permitirte dormir tranquila. Siento hablarte así, ya sabrás: en la
guerra vale todo. Y aunque no se vea, la tortura existe, a pocos
pasos de tu vivienda. Dentro de ella.
Obstruyeron
nuestros ojos con luces fascinantes y perdimos la capacidad para ver
la realidad, predecir la lluvia y chapotear en el lodo; el runrún
del tráfico y los bodrios musicales inhabilitaron nuestras orejas
para escuchar lo incorrecto, lo impronunciable, la cultura basura
gana premios y se promociona a sí misma por sus propios canales...
La ciudadanía está demasiado apoltronada en el sofá para
comprender la vida, el amor, la rabia, la revolución, la dignidad.
Quien subscribe tiene al alma
destrozada, es por ello que he aprendido que te implicarás en la
medida de tu dolor. No podemos justamente declararnos neutrales
cuando hemos recibido tanto de anteriores luchadoras. Neutrales sólo
son los cadáveres. Perdona mi tono de nuevo, lo menos que podemos
hacer es no fingir que todo va bien. De modo que hay que añadir al
“no” el nombre de las responsables.
No podemos
transgredir las leyes cósmicas que rigen los movimientos
planetarios, ni alterar ciertos ciclos de materia y energía; no se
trata de metafísica, ni de la circulación del cuadrado, ni el sexo
de los ángeles: simplemente estamos dentro del grupo de las
elegidas, entre las quinientas o mil millones de personas
directamente beneficiarias y responsables del hambre, de la Guerra de
las guerras, del expolio humano y natural, de la esclavitud y el
exterminio animal, y de nosotras depende acabar con ello. Deja de
echarle la culpa al mundo!. Todo incentivado por la institucionalizada
anteposición de los roles de producción-consumo a la ética, a las
artes y las culturas, al legado natural de este increible planeta, al
libre albedrío, al derecho a Ser y a Vivir, en una sociedad que
necesita de tu consumo para seguir destruyendo. Si dejas caer tu
pieza caen con ella cientos de piezas más, como un dominó. De tu
pequeña actuación dependen demasiadas cosas.
Existe un
progreso lógico desde la invención de la cuchara, el teléfono, las
estufas, sin embargo, argumentadas en esas invenciones, las acolitas
del papel moneda han transformado el progreso hasta el extremo que ya
no es un medio de evolución, sino un fin en sí mismo. Vivimos
fagocitadas por nuestras debilidades, aleccionadas en la falsa
necesidad del MÁS, del AHORA, y del hedonista YO. La individua se ha
extraviado en el colectivo. Porque somos frágiles y absurdas
criaturas precisamos del rebaño, y lo defendemos con tal virulencia
que convertimos muchas ocasiones nuestras vidas en un servicio a él.
Realizando por inercia, actos y pensamientos en los cuales ni
siquiera creemos.
Un conocido lema antimilitarista
preguntaba cándidamente “¿ Te imaginas que hay una guerra y nadie
va ?”. Parafraseándolo, una, que es más cándida todavía,
pregunta ¿ te imaginas que todo está en venta y nadie quiere
comprarlo ?.
Feminizemos el mundo, démosle voz a
los niños y a los animales, radicalizemos la ecología, aprendamos a
vivir... No me consumas, no te consumas, no lo consumas, no nos
consumas, no os consumáis, no los consumas. Minimiza el impacto
físico de tu estancia en el mundo y maximiza el impacto espiritual;
desiste de la filosofía del ¨usar y tirar¨, recicla, da para
tener, hazte vegana ( !empieza hoy mismo! ). El tiempo sólo es de
ida: trabaja menos para vivir más, renuncia a lo superfluo y
sorpréndete de su dimensión y de lo fácil que es, utiliza los
mercados de intercambio, cuestiona, no repitas ¨amén¨ como un
mantra, divórciate del odio, sal a hacer la compra como quien va a
la biblioteca, besa sin moral, descubre que el universo se expande en
cada beso, acepta tu propia muerte, acepta tus excrementos, recupera
tu identidad mutilada, bucea en tu corazón... y mójate, por favor,
mójate... No hablo por hablar, no exagero. El bosque pluvial espera
mucho de tí. Las niñas nos observan, expectantes.
Atrévete a
sembrar la esperanza.
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