Lo más notorio de las cocinas veganas es su silencio. Una absoluta
ausencia de estruendos y ruidos indeseables. Las neveras de las
cocinas veganas, por ejemplo. Sus neveras no chillan de dolor al
abrirlas, sus anaqueles no sangran con insoportables alaridos, los
armarios no ruegan por su vida, nadie en ellas fué exprimida
mediante violaciones para extraerle todos sus jugos hasta dejarla
seca, nadie fue decapitada. Las cocinas veganas no gimen con bebés
degollados. De las paredes de las cocinas veganas no cuelgan
intestinos deshidratados en proceso de putrefacción, sinó ajos y
cebollas. Hay un silencio benigno, pacífico, justo. Los histéricos
mugidos de las cocinas convencionales son substituidos por el respeto
en las cocinas veganas, por el amor y por una callada música
compuesta por dulces latidos de corazones vivos.
Redecora tu cocina, rediséñala con talento interiorista de paz y de
justicia. No permitas que tu comida haya implorado de rodillas por su
vida antes de ser un algo muerto que te comes. Házte vegana.
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