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domingo, 11 de noviembre de 2012

EL DISCURSO DEL SIGLO

¨Nací para robar rosas de las avenidas de la muerte¨
Charles Bukowski

                            EL   DISCURSO DEL SIGLO

Subido al alféizar de la ventana, se dispone de nuevo a predicar sus lucubraciones posthumanistas, con expresión impertérrita y una buena provisión de galletitas en la panza, acomete: ¨viven en un mundo de excesos, esa especie vertical, bucean sin oxígeno en tempestuosos océanos de cifras sin sentido, cantidades industriales de números que han perdido su significado objetivo y derivan en abstractos conceptos de cantidad¨. Y continúa grandilocuente, ¨¿ cuántos países han visitado en tiempo récord ?, ¿ cuántos labios besaron ?, ¿cuanto dinero poseen ?, ¿ cuántas propiedades ?... cuánto, cuánto, cuánto.. y, sobretodo,... ¿ cuánto les posee aquello que poseen ?¨. Tras este comentario tan instructivo y sin más, el felino Filutek con perícia acrobática...¡hop!... alza un muslo en perpendicular sobre su nuca y comienza a acicalarse la entrepierna, certificando así sus palabras a trazas de lengüetazos. Tras la pausa -que no denota dubitación sinó cauta oferta de tiempo, con objeto de que la gata Tola ( carnívora recalcitrante ) digiera su discurso-, éste continua: ¨las cifras han colapsado su sistema intestinal, su aparato digestivo, su ritmo cardíaco, su red neuronal y su disposición motora¨. Y antes de toser un pelo anudado en la garganta, Filutek concluye con una sentencia ¨la humana es en realidad una especie un poco gilitonta. Amén¨.

Se hace un silencio, nadie pregunta, nadie cuestiona, nadie objeta. Sigue.

¨¿Qué ha sucedido para que animales eminentemente diurnos como los humanos se hallen a gusto en la tinieblas en que se revuelcan?. La verdad, la luz, la objetividad, son negadas por sí mismos. El miedo posee más privilegios que los beneficios derivados de ser una misma¨, replica airado relamiéndose los bigotes. ¨Ninguna filósofa humana, por mucha adicción a la carne que sufriera, degollaría con sus propias manos y a jornada completa a los corderos que mastica después. Podría trabajar de camarera, de basurera, de albañil, y no traicionaría sus conocimientos de filosofía o de ética; pero ¿ quién racional y sensible podría ganarse la vida asesinando ?¨. Tola le escucha mientras masca una lata de comida hecha con restos de pollo, un poco aturdida y ausente por la pesadez de tal labor. ¨¿ Pero, cómo puedes zamparte eso ?¨, la increpa Filutek enfurruñado, ¨¡puaj, ¡qué asco!, intestinos de animales...¨

Filutek es un gato vegano, medio asceta medio payaso, producto de una glamurosa evolución de la ética y de la estética, una gato intelectual aficionado a las digestiones ligeras de clorofila y poseedor de algunos conocimientos avanzados en gramática mamífera y escalada de cortinas, le agrada enroscarse en rincones calentitos y soñar con la Liberación Animal. Es un gato raro, pelín outsider, con traje a rayas y orejas giratorias, de este a oeste y viceversa. Descendió al mundo de los humanos para iluminarles con su risa y sus ganas de mearse en las paredes, con su metafísica europea y su budismo zen nipón entre los dedos de las patas de atrás, siempre dispuesto a dejar una caquita en cubeta ajena y olerle el culo a sus compañeros de felpudo, a los que entretiene o atormenta con sus profundas reflexiones existencialistas. Filutek acepta benévolo los puñados de pienso vegano de acuerdo al proverbio de que el gato es el único animal que cria humanos para su provecho, pero en realidad está convencido de la supina memez de dicha especie. Para Filutek, el ser humano es apenas treintaiseis y medio blanditos centigrados donde echarse a ronronear.


¨Dios creo al gato para que el ser humano pudiera acariciar al tigre¨, recuerda Filutek la cita de Borges, ¨y aunque para las ateas sea un exceso meter a dios en el asunto, ejemplifica sin embargo que el gato es un puente directo con la naturaleza salvaje. El felix felix es selva de punta a punta, desierto de cola a bigotes, indomable, indispensable, chantajista emocional, curiosa mezcolanza de ternura y uñas...¨ ( aquí observamos que a Filutek se le suben los humos ). ¨No confio en la gente que abandona en la calle animales que siempre vivieron en casas. Las humanas que abandona a un animal puede abandonar a una persona¨, analiza convencido.

¨No contento con la manifiesta incapacidad de gobernar su propia vida, el ser humano tiende (muy probablemente como maniobra de recanalizacion de esa frustracion), a tratar de dominar la vida de las demas, congeneres o no. Y ese afan se extiende sus pretensiones hasta el universo. A toda esa mezquina maquinaria de dominio la llaman Ciencia, la cual desarrolla una segunda incapacidad: la de llamar las cosas por su nombre, denominando aventura y conocimiento a algo tan sencillo como la soberbia y la arrogancia¨. Tola ha demostrado no pillar ni la mitad de lo que Filutek perora desde el alféizar de la ventana, aunque sigue intentando no dormirse, atacada ya por el impepinable sopor de la digestión de carroña.

¨La paradoja es que las jóvenes humanas digan no tener tiempo de hacer las cosas y las ancianas sí, cuando es a la inversa, curiosa interpretación del tiempo. O cuando dícen que están matando el tiempo con algo, qué insensatez, pues si al final es él quien nos mata...¨. Parpadea suavemente, mete la lengua un rato entre las zarpitas y prosigue: ¨ no respetar la vida de los animales es el primer estadio en el camino a no respetar la de los humanos. Negar la libertad a los animales es una clara confirmación de la negación de su propia libertad. ¡Maldita sea, llevan haciendo eso desde hace milenios!¨. Tola definitivamente está perdiendo su batalla contra la somnolencia, más Filutek, lanzado de nuevo a conjeturas y aseveraciones, no repara en ella. ¨Hablan del amor como si lo entendieran, sin sentirlo, sin amarse entre ellos, aunque como dijo Ciorán, ningún virus podría amar a otro virus...¨.

A Filutek le gusta citar a Enzensberger, a Kierkegaard y a Ciorán, no por pedantería, es que es un gato con aspiraciones, que no perdió el tiempo cazando mariposas sinó que leyó los libros de su cuidadora, recostado en sus hombros o su regazo en la butaca. Cualquier otro gato hubiera dormido. Filutek no, Filutek se cultivaba.

¨Desde luego, no hay nada que hacer con ellos¨, murmura entre dientes. Pero en realidad disfruta con sus carícias y no sabe vivir sin ellos. La noche se posa sobre los objetos entre lucubración y divagación, Filutek da unas vueltas estratégicas de reconocimiento en el cojín y decide no luchar más hoy por el mundo. Mañana será otro día. Tola, panza arriba, ronca ajena a todo. A todo. Como casi todas las carnívoras.

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