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miércoles, 14 de noviembre de 2012

JUSTICIA PREVENTIVA

El perdón o la punibilidad no debieran instaurarse como sistema de relación, sinó como meros accidentes no deseable, como rigurosas excepciones. Si condonar o sancionar son el resultado de una imprudencia, mediante el procedimiento de desarrollar mecanismos globales de indulto o de castigo -independientemente de las condiciones de tal-, aceptamos implicitamente lo inmaduro o egoista de las conductas que desembocan a tal situación en que hay que solicitar clemencia o penitencia. Tendiendo a trabajar las consecuencias y no las causas de los conflictos. A ello se añade el factor de que no corregimos el proceso de la falta sinó que más bien propiciamos la trivialización del mal, a su absolución y eventual archivo como parte de la idiosincrasia humana. 

No podemos basar una sociedad en la constante exculpación, disgregación de la responsabilidad o escarmiento a los errores y fechorías porque ello desemboca en una absoluta carencia de cautela y competencia ante ellos. Sin extremismos ni impiedades, es esencial construir una sociedad consciente de sus flaquezas y por ello dispuesta a combatirlas. Por ello más que invertir inmensas cantidades de dinero público, dolor y energía en penitenciarias, reparación de daños y operaciones a corazón abierto, más sensato e inofensivo sería para las instituciones promover el veganismo, el respeto por la vida, la ecología, los mecanismos de inclusión social, la justícia y el impedimento de cualquier tipo de abuso de poder o corrupción, individual, tribal o institucional. Cosa que no se está llevando a cabo.

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