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jueves, 25 de octubre de 2012

SUCESOS

Existen personas a las que no les gustan las homosexuales, a otras en cambio no les agradan las negras. Existen en el mundo millones de personas que odian a los perros, otras odian a los gatos, otras a los cerdos o los pájaros. Existen personas a las que no les caen bien las hebreas, otras por contra no sufren a las palestinas. Existen muchos hombres que desprecian a las mujeres, gente que siente asco por las viejas; hay ciudadanas que no consideran a las indígenas seres dignos de convivir entre humanos, hay quien siente nausea por las pobres. Las hay – a montones-, que discriminan a las minusválidas físicas o psíquicas, otras sienten repulsión por las veganas, por las anarquistas, por las humanistas, por las pacifistas... La dimensión de los gustos y las marginaciones es colosal, abarca a todas las razas, culturas, religiones, edades, sexos, ideologías y estatus sociales. Y si hablamos de mayorías, podemos decir que a la mayoria de las personas no les gustan las cucarachas, ciertas arañas, los chinches, las garrapatas, las ratas y el largo etcétera de animales no humanos non gratos a nuestra especie. 
 
Pero sucede paradójicamente que, sumando las minorías reprimidas, el recuento total de todas las personas -humanas y no- del planeta, la cifra arrojada resulta aplastantemente mayoritaria, demostrando que las víctimas somos muchas más que las verdugas, que llevamos sufriendo desde hace milenios sistemas políticos totalitarios, puntos de vista excluyentes, opiniones irrespetuosas, llevamos milenios en el lado letal del fusil, en el extremo afilado del cuchillo, en el bando de las insultadas y las débiles. Recordadlo, cuando no entendáis por qué el mundo necesariamente quiera y deba cambiar, recordadlo cuando nos veáis por la calle y nos creáis inferiores, porque las masas de las reprimidas hemos decidido ser, recordadlo cuando no podáis comprender que la ¨norma¨ es una excepción, un error. Recordadlo, cuando no sepáis por qué se está gestando la revolución, la mejor de todas las revoluciones, sin sangre ni cláusulas, sin letra pequeña. La revolución vegana. 
 
Costará más o menos tiempo, pero estamos ganando, la vida está ganando.

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