Existen
personas a las que no les gustan las homosexuales, a otras en cambio
no les agradan las negras. Existen en el mundo millones de personas
que odian a los perros, otras odian a los gatos, otras a los cerdos o
los pájaros. Existen personas a las que no les caen bien las
hebreas, otras por contra no sufren a las palestinas. Existen muchos
hombres que desprecian a las mujeres, gente que siente asco por las
viejas; hay ciudadanas que no consideran a las indígenas seres
dignos de convivir entre humanos, hay quien siente nausea por las
pobres. Las hay – a montones-, que discriminan a las minusválidas
físicas o psíquicas, otras sienten repulsión por las veganas, por
las anarquistas, por las humanistas, por las pacifistas... La
dimensión de los gustos y las marginaciones es colosal, abarca a
todas las razas, culturas, religiones, edades, sexos, ideologías y
estatus sociales. Y si hablamos de mayorías, podemos decir que a la
mayoria de las personas no les gustan las cucarachas, ciertas arañas,
los chinches, las garrapatas, las ratas y el largo etcétera de
animales no humanos non gratos a nuestra especie.
Pero
sucede paradójicamente que, sumando las minorías reprimidas, el
recuento total de todas las personas -humanas y no- del planeta, la
cifra arrojada resulta aplastantemente mayoritaria, demostrando que
las víctimas somos muchas más que las verdugas, que llevamos
sufriendo desde hace milenios sistemas políticos totalitarios,
puntos de vista excluyentes, opiniones irrespetuosas, llevamos
milenios en el lado letal del fusil, en el extremo afilado del
cuchillo, en el bando de las insultadas y las débiles. Recordadlo,
cuando no entendáis por qué el mundo necesariamente quiera y deba
cambiar, recordadlo cuando nos veáis por la calle y nos creáis
inferiores, porque las masas de las reprimidas hemos decidido ser,
recordadlo cuando no podáis comprender que la ¨norma¨ es una
excepción, un error. Recordadlo, cuando no sepáis por qué se está
gestando la revolución, la mejor de todas las revoluciones, sin
sangre ni cláusulas, sin letra pequeña. La revolución vegana.
Costará
más o menos tiempo, pero estamos ganando, la vida está ganando.
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