CUATRO
LETRAS ANTIMONÁRQUICAS
Si
tan sólo una cuarta parte de lo que se comenta y se documenta estos
días alrededor de la figura de Juan Carlos II, rey de España, fuera
cierto -y si en la península misérrima hubiera libertad de
expresión para constatarlas-, sería suficiente motivo para que su
majestad acabara en el exilio, en la guillotina, en el cadalso, en
una celda putrafacta o linchado por la masa sedienta de justícia.
Son los destinos históricos de los reyes, y está bien que así sea.
Los reyes y las reinas que más me gustan, mire usted, son las que
están muertas. Cuestión de gustos.
Pero
han sido los elefantes africanos, las criaturas terrestres más
grandes del planeta ( ligeramente por encima de sus hermanos hindúes
), los responsables que hacer pública en la palestra y el candelero
a la monarquía española una vez más, y espero que la última. Al
rey de España no le importa disparar bisontes viejos u osos
borrachos ( y quien sabe si a antimonárquicas amordazadas ), ni que
los al principio mencionados paquidermos se hallen en retroceso
demográfico y amenazados de extinción, ni que esos individuos
mamíferos majestáticos hayan sido asesinados por su excelencia,
habiendo con cada crímen destruido una vida, un universo. Al rey no
le importa hacer pagar ese precio para cumplir con su capricho
infantil del reyezuelo moribundo que mata, para vengarse de que
envejece, de cada vez se parece más a su predecesor en cosas de
dictadura, el generalísimo, adquiriendo la forma de un fardo viejo
en proceso de entubación y muerte. O quizás caza como caza la
mayoría, por falta de testículos, por cobardía, por disfunciones
psicosomáticas mal reconducidas... vaya usted a saber.
A
todos esos respectos la Casa Real no dice nada ( es mejor callar y
parecer tonta que hablar y demostrarlo ), posee ese y otros derechos
que les otorgaron las fascistas de todas las épocas, como el de que
una se pueda legalmente cagar en dios pero no en el rey, curiosa
jerarquía.
Pero
el Rey es el rey de todas las españolas, no lo olvidemos, un
demócrata tan laxo que se le olvidó mantenerse al márgen del golpe
de Estado del 23F ( el segundo en el que se vió involucrado en su
vida ), chapoteándo en los excrementos del fascismo, que es lo mejor
que sabe hacer. Y ya se sabe que, por asociación, quién hace
corrillo a quien chapotea en la mierda acaba llenándose la camiseta
de caca fresca y caca seca. Por eso a las monárquicas ibéricas se
les advierten enseguida numerosas manchitas marrones epidérmicas: no
es la vejez impiadosa que castiga lo cutáneo, sino la mierda que
frecuentan, la cual salpica y deja huella y no se va con detergentes
milagrosos, por muy testados en animales que hayan sido.
El
rey de todas las españolas, el rey de los cuentos infantiles y las
cuentas corrientes, no es más que un putero a costa del erario
público, un despilfarrador, un ladrón, un corrupto, un
prevaricador, un fraticida asociado a banda armada, un asesino y, lo
peor de todo, un feo; porque la belleza no es exterior y si
debieramos calificar a Juan Carlos II en grados de belleza interior,
alcanzaría cotas de monstruo.
Pero
el rey de España es el rey de todas las españolas, recordemos.
Veinticinco millones de ellas fueron lo suficientemente inteligentes
para perder unas horas de sus vidas en disfrutar de la retransmisión
televisiva de la boda de su hijo. El principito de las cuentas y los
cuentos ha demostrado en no pocas ocasiones ser un tonto del culo,
menos malo que su progenitor -por falta de ocasiones para
demostrarlo-, pero encaminado a heredar la montaña de mierda que
llamamos Monarquía Española, caracterizada por la chuloputería, la
adicción al chorizo y la librea, el latrocinio y el tráfico de
influencias. Podrían las citadas televidentes que asistieron a la
retransmisión del evento, haber invertido su tiempo en algo más
constructivo, por ejemplo excomulgarse, hacerse pajas o contemplar la
interesante existencia de las musarañas, pero la sociedad española
también se caracteriza por las faltas que la monarquía adolece. La
picaresca, la arrogancia, las ínfulas, la ignorancia, la mentecatez
profunda, el natural vasallaje,... en fin, lo cual me hace sospechar
que, lejos de ser una excepción, Juan Carlos II constituye una
norma. De tal ama, tal criada.
La
masacre de América y el neocolonialismo, la inquisición, el garrote
vil, las mujeres violada y apaleadas hasta la muerte por sus parejas,
el millón y medio de escopetas, las once mil vírgenes del
franquismo, la desertización de los bosques, los ciento cuarenta
kilos de carne anuales, la Falange, las Jons, Mario Conde, De la
Rosa, las decenas de miles de hectáreas de transgénicos, las
corridas de toros, los correbous, Camilo José Cela, Jiménez
Losantos, Boadella, cada uno de los miles de galgos ahorcados, el
derecho de pernada, el Grapo, el racismo, la xenofobia, la homofobia,
la invasión a Irak, la incapacidad de reaccionar ante los recortes
en Sanidad y Educación, ¨la calle es mía¨, Felipe González,
Vandellós, Rita Barberá, Aznar, la bomba de Atocha, la quema de
brujas, el jamón con chorrera, el alcoholismo encubierto,
Tordesillas, Coria, el Proceso de Burgos, la democracia de gomina, la
estética de botox, Escrivá de Balaguer, los ¨grises¨ de nueva
generación, Piqué, Explosivos Rio Tinto, las piernas de las
africanas destrozadas por minas antipersona, las pistolas de
fabricación española que apoyan dictaduras, ¨¿por qué no te
callas?¨, ¨¡todos al suelo, coño!¨, la granja Escobar,
unagrandeylibre, ... la mierda, la profunda mierda, el fangal de
mierda que cubre el territorio del estado de punta a punta, manchando
a millones de españolas y a otras tantas por complicidad y sumisión,
y que logra con su nauseabundo hedor que sintamos asco y vergüenza
de haber sido concebidos en una tierra tan impresionantemente hermosa
pero corrompida por la estupidez tuetanal.
En
esos escenarios y bajo esos guiones es difícil tener algún tipo de
legitimidad moral para juzgar al rey de todas las Españas. Quien
esté libre de culpas que tire la primera piedra. Sin embargo hay
que confiar en que la gente más joven quiera hacer algo realmente
nuevo, ducharse en serio para quitarse la roña española, nuestra
historia estercolera, una de las más repugnantes entre las
repugnantes, haciendo algo realmente antiespañol y antimonárquico
con este bello país pervertido por sus habitantes. Un principio
podría ser acabar con la monarquía y mandar a sus parásitas al más
popular de los oficios de la Nueva España: el desempleo, a cobrar
mínimos. A que se callen de una vez por todas, a arreglar la crisis desde arriba, por donde debiera haberse empezado a arreglar.
Y
para ir concluyendo iré más allá con mis deseos navideños y
consejos práctivos para con el generalitísimo borbón. Que una no
le manda callar este rey de todas
las Españas posibles y probables,que a la chita callando, las mata
callando.
Más
bien yo le diría: ¨Juanito, ¿ por qué no te mueres ?¨.
Lo
dicho, cuestión de gustos.
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