http://www.tvanimalista.com/es/2018/04/05/veganocracia/
Cerca de Hawai, cada año cientos de ballenas Humpjack, se
reencuentran. Son cetáceos polígamos y la congregación de machos espera
ansiosa la señal de una hembra que con aletazos sobre la superficie del
mar, indique su disposición al apareo. Como una exhalación, masas de
carne y grasa bucean a 32 km/h para enfrentarse y epatar a la hembra,
que escogerá al de su agrado. La carrera es violenta y en alguna ocasión
mortal. Se empujan, se colean, se avasallan con virulencia,
persiguiendo durante horas a la hembra, la cual mide también así en
ellos su resistencia. Finalmente la hembra se aleja con un elegido,
dejando un grupo de machos desbravados. Entonces ellos comienzan a
acariciarse entre sí con dulzura, con una ternura amorosa que contrasta
con la violencia con que se maltrataban anteriormente. Parecen pedirse
perdón mutuamente por todo ese maltrato.
El veganismo es un modo de pedir perdón, la reacción lógica de la
individua sana ante el espanto de la muerte prematura. No hay más
extremismo que aceptar que degollar, esclavizar, orfanar, violar,
torturar y asesinar a alguienes, sea justificado de algún modo. El
veganismo no es mirar al animal matado, sino ser él, y morirse un poco
en cada inocente, ver la propia muerte en un espejo sangrientamente
injusto. Lo anormal, lo enfermo, es ver a las demás como comida, sexo o
diversión.
El veganismo es una postura de mínimos. El veganismo -es
decir la consideración ética de las demás especies animales como
beneficiarias de derechos fundamentales de vida, libertad e integridad
física y psíquica-, conlleva lógicamente su dieta (como aspectos
diferentes pero sinérgicos de una misma actitud), que hay que normalizar
y trasladar a todos los aspectos de la sociedad, con argumentos
progresistas, ecologistas, de salud…, siempre bajo el paraguas de la
ética como motor. El veganismo propone una sociedad basada en la cultura
del respeto y la igualdad, un paréntesis en la inercia brutal
histórica, basada en pirámides, socialización de pérdidas o
utilitarismo, dentro del cual el valor de la vida se alza, partiendo de
una vertiente sensocentrista, pero con principios de precaución para
otras formas de sensibilidad que desconocemos (animales no humanos sin
sistema nervioso central).
La definición más exhaustiva de veganismo sería “abrir las manos”,
dejar decidir acerca de sus vidas a las esclavas que apresamos, y sucede
igual con el feminismo. Desde la corrupción que supone su
“domesticación” (una megalomanía que sostiene la idea de que nuestra
especie ha logrado someter los millones de años de genética de las
evoluciones y culturas animales), hasta el desquiciado dogma de que el
resto de faunas dependen de nosotras. La idea de la veganocracia, de un
mundo vegano en el sentido mas amplio, pretende desbagatelizar el
concepto del veganismo como simple dieta, aunque sea importante hablar
de dieta porque es responsable de la casi totalidad de los asesinatos de
no humanas, el veganismo es respeto inter y extraespecifico, la dieta
es la consecuencia de ese respeto.
Una cita o una poesía no cambian el mundo, la literatura no amuralla
el paso de lo burdo y el insolente avance de la estupidez; pero una cita
o una poesía, como una chispa, una transgresión, pueden abrir una
puerta y comenzar una corriente de aire el cual -en el marco de un
pensamiento crítico-, detone una revolución. No hay que temer a las
palabras, son meros fonemas invertebrados, las palabras no son nada,
sino los gestos que de ellas emanan. En estos tiempos que corren, donde
alcanzamos la cumbre de la crueldad contra las demás personas animales,
el gesto del “no quiero”, -desanudando con ello las manos entorno al
animal apresado-, ya es revolucionario y humanista. Hace falta
compromiso, grito, protesta… pero ante todo abrir las manos, asomarse al
acantilado de la lucidez, para contemplar la espectacular vista de un
paisaje ancho, curioso y hermoso. Nada más excitante y temible que
alguien pensando críticamente. No basta con provocar, ni con saber, sino
gestionar la información con astucia y honradez, con objetividad y
bondad, sin defender los propios privilegios, como acostumbramos. Eso es
lo mejor de un ser humano.
La bondad, el altruísmo y la justicia son las formas más elevadas de
inteligencia. Quien entiende la esclavitud y la muerte prematura como
malas, entiende el veganismo. Si el veganismo es demasiado radical,
entonces ¿qué es degollar a una vaca y verla desangrarse asfixiándose
colgando de una pata?. No requiere más dinero, no requiere activa y
drásticamente cambiar la propia vida, ni pasar horas siquiera haciendo
proselitismo, simplemente renunciar a los asesinatos y las agonías para
un capricho. El carnismo es un capricho de personas crueles y perezosas,
adictas a no renunciar, a quererlo todo y a cualquier costa.
Aún no he salvado tantas personas como me he comido, pero dejar de
comerlas sólo detiene la matanza simbólicamente. Quedan las deudas por
saldar. Para eso está el activismo. Neutralidad, jamás, la neutralidad
es otro de los nombres del fascismo. El precio del pensamiento crítico
es la soledad, pero al mismo tiempo las mejores selectas compañías. La
madurez de la activista consiste en lograr utilizar el dolor como
herramienta y no como arma. Vivímos en el medioevo en nuestro trato a
los animales así que la alternativa a explotar animales es dejar de
hacerlo, como la alternativa a violar niñas es dejar de hacerlo. Todos
los símiles cárnicos actuales -como las muñecas sexuales con formas de
niña- sólo dirigen la sociedad a recanalizar las disfunciones y las
adicciones con el objetivo de no renunciar a satisfacerlas, aunque
ayuden. Es el triunfo incontestable del patriarcapitalismo, lograr una
prostitución alegre, unos caprichos tóxicos diagnosticados como
saludables y modernos y la absurda idea de que el poder de voluntad del
ser humano no puede simplemente dejar de causar víctimas. El veganismo y
el patriarcapitalismo son incompatibles entre sí porque el
patriarcapitalismo es el sistema responsable del asesinato de millones
de personas humanas y de miles de millones de personas no humanas.
Pensar que el patriarcapitalismo “vegano” va a salvarnos es tan absurdo
como rezar a dios para que te toque la lotería. El avance imparable de
la dieta vegana puede parecer que debiera tener una repercusión cada vez
mas importante en la sociedad, sin embargo el número de victimas crece
exponencialmente en sentido contrario, es decir, que si se duplica el
numero de personas que llevan una dieta vegana, se triplica el numero de
no humanas asesinadas. La culpa de esa antítesis matemática la tiene el
capitalismo, claro, por eso no podemos basar la dieta vegana en una
mera cuestión consumista. La aceptación masiva del veganismo ha derivado
en un veganismo de moda estructurado en QUÉ se come y CÓMO hacerlo, no
centrado en destacar a QUIÉN no se come y en POR QUÉ no hacerlo. Los
llamados “sacrificio eutanásico” y “por aturdimiento” son eufemismos
dictados por el deseo de exculparse de las asesinas, para no reconocer a
toda instancia las consecuencias de su labor. Modificando los términos,
se crea un imaginario escenario benévolo que les otorga distancia con
sus crímenes y responsabilidad ante ellos. Dicha exculpación abarca no
sólo a quien planea y ejecuta los crimenes, sino tambien a quien se
beneficia de ellos, la consumidora.
En la luna precisa, en la corriente adecuada de la noche perfecta,
millones de corales liberan trillones de huevos y toneladas de esperma
en el gran arrecife de coral australiano. Es la locura de la vida como
una tormenta. Durante las guerras y los episodios de matanzas masivas la
gente sigue pariéndole hijas al horror, condenándolas a una muerte casi
segura ¿por qué?. En los campos nazis, en las guerras, en las
dictaduras sangrientas… hay muchos ejemplos. Parir es la respuesta
intestinal más animal existente, el desgarrador deseo de la vida, cruda,
desesperada, ubícua, que desafía a la muerte del único modo que sabe.
Los animales respondemos con vida cuando todo lo que nos rodea es muerte
¿qué otra respuesta más bella y lógica podemos esperar de la dinámica
evolutiva?. La intuición es el material de construcción de los absurdos,
pero también de las genialidades y un mundo nuevo no puede construirse
con las viejas estructuras, sino sobre sus cenizas.
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