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viernes, 26 de febrero de 2016

ETERNOS JUGUETES




Internet está plagado de ellos, tienen más likes que otros videos, más comentarios de amor, generan más beneficios a la industria del mascotismo, promueven más ventas de cachorros, más infecciones de vagina en madres agotadas de parir y perder su hijas, satisfacen la zona perversa de nuestro subsconsciente y estan en gran parte aceptados por las personas que defendemos a las no humanas. No, no son los videos de caídas o gestos tiernos de las no humanas que conviven con nosotras, ni siquiera los de absurdos disfraces que les vestimos para convertirlos de algún modo en juguete, sino los de bromas que les gastamos, y que sólo nos divierten a nosotras. El pepino junto al gato o el gato echado al agua, la amenaza robot al perro aterrorizado, los sustos inesperados,... Internet está plagado, y perpetuamos con ellos la idea de que las no humanas están para divertirnos.

Me empiezan a causar verdadero asco. Perros asustados, gatos estresados, que han perdido parte de su confianza, de su seguridad en el espacio que teóricamente debería ser su fortaleza exterior. Burlas absurdas, idiotas algunas hasta el cretinismo, donde sólo las más exitosas y con el efecto emocional deseado alcanzan la gloria de ser compartidas en las redes sociales, y los cinco minutos de fama de la filmadora.
Son otra muestra de nuestra estupidez con rostro no humano, nuestra dominación. El viejo fascismo con lentejuelas y pompones. Cabe sin vacilación preguntarse cuántas de esas puestas en escena, de esas chanzas más o menos pesadas que les gastamos a nuestras compañeras de vida, a nuestras familias no humanas, acaban en desgracia. Cuántos videos que querían ser chistosos y ligeros, sin malas intenciones, concluyen en ataques de ansiedad, vómitos, ataques al corazón, apneas, hipertermias, hipotermias, fracturas, muertes repentinas, o arritmias que provocan esas estúpidas estúpidas estúpidas mofas que les gastamos. Bromas que incitan a otras personas a seguir alimentado este floreciente entretenimiento, compitiendo para ver cuál resulta más hilariante, más chocante e impactante, más cruel a fuerza de unilateral, y más horrendo a fuerza de disfrutar vulnerando la confianza y la devoción absoluta que dichas personas nos muestran cada día.

A las redes sólo llegan los mejores escenarios de los mejores guiones pero los videos donde los animales salen malparados, heridos o muertos, esos no llegan, porque las filmadoras se aprestan a esconder con cierto sentimiento de culpa los errores de su estupidez, disimulando el epitafio: “Jacky, murió por la imbecilidad de la cuidadora”, o “Berta, no debimos tirarte a ese estanque”.

”Somos falibles, somos humanas”, y habrá que perdonarlas la niñatada que acabó en tragedia, porque quienes ríen son más de las que sufren y porque no debemos ser aguafiestas. Como debemos perdonar a las asesinas lo que están haciendo con las no humanas, como nos perdonaron cuando nosotras eramos asesinas. Pero, en el fondo, hay algo muy perverso en tal comportamiento, algo sucio, porque las bromas con que interactuamos con las personas no humanas debieran ser comprensibles para ambas, por lógica, por justícia, por igualdad de condiciones, por verdadero espíritu de divertimento mutuo y no “a costa de”. Los códigos emocionales de las especies varían de unas a otras, y pretendemos imponerle el nuestro a nuestras compañeras no humanas. Las bromas a las no humanas sólo alegran a quienes las cometen, igual que los sustos, con la premeditación y la alevosía que caracteriza sorprender desagradablemente a alguien. No, los sustos no son gratos, son como la hermana bastarda de la sorpresa agradable, muy diferente en forma y contenido, y sobretodo en intención.

Miradas desesperadas, temblores repentinos, aullidos lastimeros, necesidad imperiosa de escapar, parálisis, terror, indefensión... son los síntomas que la gente está riendo mientras piensan “pobrecitos”, mientras le dan al “me gusta”.

En definitiva son males menores, sufrimientos pequeñitos, bromas ligeras que confirman que los pasos de giganta del veganismo son pasos falsos, que el amor puede ser tóxico y enfermizo, que el respeto es un sorbo baladí y una palabra hueca. No hemos entendido la armonía, seguimos prolongando la esclavitud.

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