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lunes, 22 de junio de 2015

NO LAS MIENTAS



    El concepto de la muerte humanitaria aplicado a las personas que no quieren morir, es  perverso, pese a todo ello, representa la falacia más común de todas las inventadas por el animal más mentiroso sobre la tierra. Dicha muerte invariablemente implica la voluntad de la persona que pierde la vida, y quienes desean morir tiene derecho a ella. Por ello, cualquier muerte causada sin dicha voluntad es asesinato. La Pena de Muerte es un asesinato, como lo es el sistema alimentario mundial, basado en la incuestionabilidad de la ejecución de ciertas personas para satisfacción de los caprichos de otras.


    En el caso flagrante del especismo, donde las víctimas son culpabilizadas por su sabor o el grueso de su pelo, por ejemplo, adquiere un tono desquiciado de paranoia colectiva cuando se le introduce un pretendido "humanitarismo". Dicho "humanitarismo" únicamente ofrece beneficios a la verduga y a las personas humanas que -en el lamentable caso de la grotescamente denominada carne-, se reparten el descuartizamiento de una persona no humana. No hay beneficios para la víctima, pues no elige morir lenta o rápidamente, sino que NO quiere morir. En ese escenario, decidir que DEBE morir es un caso de fascismo, lo cual nos obliga a deducir que el carnismo es fascismo en el más brutal de sus rostros, el más despiadado e injusto.
    Matar a una persona que se sacude y grita por su vida, que la implora, se rebela, que llora con o sin lágrimas ante la muerte, que ruega por su vida, que se revuelca de miedo y de dolor, que se orina y defeca de pánico, de soledad, de estrés, de desesperación (como cualquier persona que ame la vida haría normalmente), y que se ahoga en su propia sangre antes de morir... no está al alcance de cualquiera. No son personas brutales quienes lo hacen, sinó faltas completamente de escrúpulos, absorbidas por el presentimiento del filete o la ganancia derivada de sus actos. Cada una de nosotras es o lo fue cuando matamos o mandamos matar con nuestro dinero, no es menos asesina quien compra el resultado de un crímen. No obstante, es imprescindible aclarar que matar directamente, es decir hundir un cuchillo en una carne vibrante y caliente llena de energía, para convertirla en materia inerte, precisa de una entereza especial no al alcance de cualquiera, ni siquiera de las más carnívoras. Para las personas que se dedican a esas sucias labores se ha creado el concepto de muerte "humanitaria", en sus vertientes de "bienestar animal" (¿?), "aturdimiento previo", "evitar el maltrato" y muchas otras expresiones que adquirirían una dimensión trágica si las aplicaramos a ejecuciones de personas humanas.


    La fantasía infantilizada (en armonía con la sociedad infantilizada en la que vivimos), de que las víctimas sufren menos es el motor más rugiente y la causa más evidente de que en la historia de todas las civilizaciones humanas jamás antes hubieramos alcanzado las cotas de asesinatos especistas que tenemos hoy en día.


    Gracias a la preciosa labor de todas las activistas por la liberación animal del planeta (más incluso que la de aquellas personas que justamente deciden seguir una dieta vegana), es que se está visualizando la magnitud de las atrocidades cometidas en el nombre de la gula. De este modo, una muy buena parte de la sociedad conoce la realidad de la explotación de no humanas, hasta tal punto que las mercaderes de dicha explotación deciden en un determinado momento histórico empezar a aplicar los términos de "humanitarismo", temerosas de que la consumidora pueda boicotear sus intereses. Dicho mito de muerte y trato "humanitarios" apacigua las conciencias de las consumidoras, convencidas de comer sin culpa. Pero la realidad es que la propaganda falsa, la publicidad engañosa y otras mentiras susceptibles de ser rebatidas de mil modos, es lo que ha logrado dicha cifra récord de asesinatos. Las verdugas del carnismo comenten crimen ante la justicia y perjurio ante la sociedad. No es posible controlar el "bienestar animal", no hay medios fisicos ni económicos para inspecciones veterinarias reales y minimamente bienestaristas, la magnitud de la industria lo impide, haria falta que la mitad de la población humana se dedicara a la inspección veterinaria.


    Somos animales mentirosos, mentimos por placer, por intereses personales o colectivos, por defendernos y por defender, por equivocación, por buena voluntad, por sadismo, por diversión, por temor, por conveniencia, por integración grupal... por muchas razones, y es un comportamiento tan codificado en nuestro comportamiento que no nos escandaliza siquiera que engañemos a una persona no humana, fingiendo que la cuidamos y la alimentamos, para luego traicionarla y ejecutarla para poder devorar su carroña. Es comparable a darle una pastilla de jabón a una presa judía diciéndola que va a ducharse, cuando lo que iba es a ser gaseada en las cámaras nazis. Por eso existe una enorme diferencia entre las mentiras que simplemente alteran alguna relación, y aquellas que condenan a muerte a otra persona. Una diferencia cualitativamente importante, porque se vuelve intolerable en un proyecto social que pretenda justicia e igualdad. Si aceptamos esa gran mentira, estamos aceptando la corrupción de nuestra especie y la estamos condenando a no levantarse de su miseria.


    Escribimos sobre la muerte pues la queremos comprender, la estrategia de las otras especies es más sencilla: se centran en la vida. Su estrategia es paladear todos los vientos como si fuera uno, mascar cada madrugada como si fuera la última, beber de la lluvia y disfrutar de la felicidad que les envidiamos y matamos en venganza... Detener el especismo en nuestra sociedad es una obligatoriedad moral, un imperativo sin el cual no podemos continuar evolucionando, porque el universo de las buenas palabras se extingue si los actos que las siguen son lo opuesto a ellas. Paz mundial, armonía, equilibrio, igualdad, justicia, son absurdas mentiras sin el más mínimo atisbo de buenas intenciones, cuando paralelamente a ellas consumimos los productos de los abortos, las violaciones, las degollaciones, y la injusta injusta injusta aniquilación de la vida inocente.


    No mintamos a las personas no humanas, tiene un camino evolutivo más largo que el nuestro, nos pueden educar en muchos aspectos que alguna vez decidimos que no eran importantes. No mintamos a las personas no humanas, tiene el código de la libertad y de la vida, la clave de nuestra propia libertad y nuestra propia vida. No existen personas "para comer" y personas "para acariciar", no existen diferencias excluyentes entre las razas, los sexos, las tendencias sexuales, los gustos personales, el poder adquisitivo, la nacionalidad o la apatridad de cada una, somos personas todas y estamos aquí únicamente para amar y ser amadas, aceptar y ser aceptadas, en definitiva, para vivir y para morir cuando lo decidamos o cuando llegue nuestra hora. ¿ El resto ?, el resto son sólo mentiras.




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