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martes, 31 de marzo de 2015

LA IDIOTA ÉTICA


            La gente que propone matar, por justicia debería ser la primera en morir. Tras una vida de convencimiento en la vida tras la muerte de modo absurdo y tenaz, a muchas creyentes no les alegra enfrentarse a la propia muerte. Y es que es fácil hablar de la muerte cuando es la de otras, cuando se excusa una agresión sexual o se justifica un suculento filete de carroña. Cuando el horror es ajeno es fácil opinar con autoridad, en tales casos la muerte y la violencia están bien, y pueden ser cultura, arte, tradición o capricho en resumen, pero cuando la muerte nos roza y la brutalidad coquetea nuestro hogar, la cosa cambia. Se pierde toda la fe y el prisma muestra otra verdad.

            En su libro "El Idiota moral", Norbert Bilbeny habla de la falta de capacidades de ciertas personas a reconocer lo bueno de lo malo, sin necesidad obligatoria de ser menos inteligentes. La incapacidad de reconocer lo bueno de lo malo y la frivolidad ante lo terrible -lo que Hanna Arendt llamaba "la banalidad del mal"-, crea a la Idiota Ética. Me permitiré sustituir la palabra "ética" por la de "moral" usada por Bilbeny, por encontrarla más adecuada y no confundirla en el ambiguo imaginario de la moral, que a veces se aplica en algo tan baladí como un comportamiento de sexualidad pudorosa y reaccionaria, lo cual no tiene nada en común con la ética. Hay éticas universales, superiores, que afectan a todos los animales sintientes, y las hay de tipo cultural, provisionales, de menos valor.

           La Idiota Ética es un tipo de humana que no se diferencia de las demás sino en sus comportamientos, soliendo actuar en público y con alardes, reconfortada por la Idiotez Ética social, que en ocasiones funciona en promoción de conductas interesantes para la moral civilizatoria, y en ocasiones, en su detrimento. Aquí sólo hablaré del segundo caso.



      La búsqueda de modelos éticos generales humanos no es sencillo en modo alguno, si respetamos la pluralidad de las posturas, pero podemos aseverar que en toda regla ética existe un ser que la sufre y otro que la disfruta, es la base del utilitarismo, un bien lo más común posible en contra de desestimables bienes individuales o minoritarios, y que suele funcionar.... salvo cuando deja de funcionar. Es decir en los casos, por ejemplo, en que la construcción de un pantano que abastecerá de agua a miles de personas anega el hogar de unas decenas de aldeas sin tanta consideración porque sólo viven unas pocas personas, sin duda el utilitarismo parece poseer menos vigor, y sus fronteras beneficiosas se desdibujan. La violadora sexual, por ejemplo, sufre una ley y un rechazo ético que la impide ejercer su actividad, para que disfrute cualquier potencial víctima de ese derecho a no ser violada. Ese podría ser un buen utilitarismo. Las leyes antiraciales son detestadas por el colectivo de personas racistas, pero disfrutadas por las personas potencialmente atacadas por el racismo, pues hallan en ellas cobijo. Una abolición de las corridas de toros, sin duda enoja a quienes se divierten viendo morir no humanas, pero satisface a quienes odian la tortura y muerte de no humanas, y por supuesto beneficia a las propias no humanas. Insisto en ello, porque toda acción conlleva unas consecuencias de malestar para unas y bienestar para otras, cuyas incompatibilidades por supuesto sabemos maduramente absorver como individuas y comprender como sociedades. Todo ello nos arroja inevitablemente a aceptar con vergüenza que prohibir a veces está bien. Donde la ética no destaca, lo hace la ley, la ley debe actuar sólo cuando la Idiota Ética actúa.

             El carnismo, carnivorismo, omnivorismo o como se quiera denominar al derecho a matar para el capricho del sabor, es practicado básicamente por Idiotas Éticas, personas afectadas de un cierto subdesarrollo en la moral y la empatía positiva, el cual les permite usar y defender la legitimidad (autoproclamada) a nacer, engordar, torturar, cazar y ejecutar a seres sintientes para deleitarse con sus flujos, sus menstruaciones, sus pieles o sus cadáveres. Todo esto sin detrimento en la mayoría de los casos, de su afinidad, apego o amor por individuas de su propia especie. Dicho apego específico a menudo se quiebra cuando las individuas se llaman Hitler, Stalin, Thatcher o cualquiera de las dictadoras del mundo, porque entonces se comprende que se divorcien de dicha afinidad específica y puedan incluso desearles la muerte como mal menor. El apego del que hablo sin embargo, se disgrega para reservar a dichas monstruas el destino que enigmática y paralelamente han escogido para una cabrita de dos semanas de vida, y de la cual somos incapaces de comprender la culpa que se le achaca.

              Bien, sí somos capaces de comprender: la culpa de las no humanas -valga aclarar- es únicamente su sabor, puesto que si los animales llamados de consumo tuvieran una carne hedionda y de sabor nauseabundo, el mito de las proteínas y la mítica necesidad de productos animales se diluiría inmediatamente, y la industria del nacionalespecismo -el holocausto no humano-, prácticamente desaparecería. En la Idiotez Ética se equipara la comprensible aunque deleznable inercia de castigar a alguien por lo que HACE, con la incomprensible y deleznable inercia de castigar a alguien por lo que ES, por su condición natural, bien sea mujer, negra, homosexual, oveja, pollo o pez. Dichas segundas personas -humanas o no-, son castigadas por poseer morfologías concretas que, en la programación de la Idiota Ética, justifican su tormento. Y aquí entiendo como castigo la vulneración en sí misma, independientemente de si hay crueldad en dicho acto o no.

                   Dentro de la Idiotez Ética, encontramos dos fenotipos diferentes: la Idiota Ética activa y la Idiota Ética pasiva. La primera es el verdadero peligro, la segunda somos la mayoría. Aún siendo veganas, aún comportándonos de modo ético según creemos, no valoramos la profundidad de nuestra huella ecológica de consumo o nuestras actitudes políticamente especistas, votando a políticas de explotación y consumiendo productos ecoilógicos, cuya producción corporativa ha supuesto directa o indirectamente la muerte y el sufrimiento de muchas personas, humanas y no. Desde los plátanos al petróleo, el sistema de abastecimiento actual de insumos produce víctimas, y las alternativas como la permacultura vegana, el decrecimiento y la austeridad son tratadas como utopías por un cierto número de Idiotas Éticas, pese a que han sido durante milenios la base de la civilización.

                   Un tipo menos escrupuloso de Idiota Ética pasiva come carne y viste cueros, no va al circo por considerarlo injusto, justifica los zoos en base a la codificación mediática recibida acerca de la conservación, pero siente que algo no está bien. Todas conocemos a muchas de ellas entre las amistades, la família, las compañeras de trabajo, etc. Se hallan en puntos diferentes de una circunstancia vital como la sucedida a las vegetarianas o veganas en algún momento, con un enorme potencial de aprendizaje eso sí, y una evidente susceptibilidad de cambio de hábitos y cese de financiación de la explotación.

                La propia palabra explotación delata connotaciones de arrasamiento de recursos, destrucción y agotamiento, en ese plano de la Idiotez Ética se encuentra la más peligrosa de las Idiotas Éticas, la activa. La Idiota Ética activa explota sin prejuicios ni escrúpulos a sus víctimas, posa en fotografías con sus "trofeos" de caza, con sus "muñecas" en las famosas fotos de la cárcel de Abu Ghraib, vitorea en las corridas de toros, deforesta montañas enteras, crea zonas muertas de océano y se exhibe en las miles de imágenes que vemos por internet de verdugas torturando todo tipo de animales, en comportamientos homófobos activos, en actitudes religiosas excluyentes, en destrucción de ecosistemas, etc. 
 
                 Aunque pueda haber cierta repulsa a dichos actos, y aún siendo en ocasiones detenidas porque un cierto sistema judicial así lo determine, resultan mayoritariamente impunes, especialmente en los casos de violaciones a no humanas. Si bien es cierto que el asesinato de no humanas es legal, la sociedad ha pretendido estimar como decente otorgarles ciertos reglamentos a las ejecuciones (en sustitución de los tradicionales ritos), los cuales lo único que han conseguido es aumentar hasta niveles históricos récord la destrucción de la vida, pues la sociedad se siente mejor regulando el mal, en lugar de trabajar activamente por erradicarlo en la medida de lo imposible.

                 Es cierto que algunas Idiotas Éticas activas, conscientes finalmente de su propia idiotez ética, logran reconvertirse en Idiotas Éticas pasivas -la mayoría-, aunque raramente en veganas. Por lo tanto una lucha importante para conseguir niveles de bienestar generales para todas las criaturas sintientes del planeta en que vivimos es acotar los mecanismos legales sociales existentes, para que la Idiotez Ética sin intenciones de cuestionar su comportamiento, no pueda actuar impunemente. Dentro del camino único de la concienciación lamentablemente tenemos muy pocas posibilidades de triunfo.




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