La
gente que propone matar, por justicia debería ser la primera en
morir. Tras una vida de convencimiento en la vida tras la muerte de
modo absurdo y tenaz, a muchas creyentes no les alegra enfrentarse a
la propia muerte. Y es que es fácil hablar de la muerte cuando es la
de otras, cuando se excusa una agresión sexual o se justifica un
suculento filete de carroña. Cuando el horror es ajeno es fácil
opinar con autoridad, en tales casos la muerte y la violencia están
bien, y pueden ser cultura, arte, tradición o capricho en resumen,
pero cuando la muerte nos roza y la brutalidad coquetea nuestro
hogar, la cosa cambia. Se pierde toda la fe y el prisma muestra otra
verdad.
En su
libro "El Idiota moral", Norbert Bilbeny habla de la falta
de capacidades de ciertas personas a reconocer lo bueno de lo malo,
sin necesidad obligatoria de ser menos inteligentes. La incapacidad
de reconocer lo bueno de lo malo y la frivolidad ante lo terrible -lo
que Hanna Arendt llamaba "la banalidad del mal"-, crea a la
Idiota Ética. Me permitiré sustituir la palabra "ética"
por la de "moral" usada por Bilbeny, por encontrarla más
adecuada y no confundirla en el ambiguo imaginario de la moral, que a
veces se aplica en algo tan baladí como un comportamiento de
sexualidad pudorosa y reaccionaria, lo cual no tiene nada en común
con la ética. Hay éticas universales, superiores, que afectan a
todos los animales sintientes, y las hay de tipo cultural,
provisionales, de menos valor.
La
Idiota Ética es un tipo de humana que no se diferencia de las demás
sino en sus comportamientos, soliendo actuar en público y con
alardes, reconfortada por la Idiotez Ética social, que en ocasiones
funciona en promoción de conductas interesantes para la moral
civilizatoria, y en ocasiones, en su detrimento. Aquí sólo hablaré
del segundo caso.
La
búsqueda de modelos éticos generales humanos no es sencillo en modo
alguno, si respetamos la pluralidad de las posturas, pero podemos
aseverar que en toda regla ética existe
un ser que la sufre y otro que la disfruta,
es la base del utilitarismo, un bien lo más común posible en contra
de desestimables bienes individuales o minoritarios, y que suele
funcionar.... salvo cuando deja de funcionar. Es decir en los casos,
por ejemplo, en que la construcción de un pantano que abastecerá de
agua a miles de personas anega el hogar de unas decenas de aldeas sin
tanta consideración porque sólo viven unas pocas personas, sin duda
el utilitarismo parece poseer menos vigor, y sus fronteras
beneficiosas se desdibujan. La violadora sexual, por ejemplo, sufre
una ley y un rechazo ético que la impide ejercer su actividad, para
que disfrute cualquier potencial víctima de ese derecho a no ser
violada. Ese podría ser un buen utilitarismo. Las leyes antiraciales
son detestadas por el colectivo de personas racistas, pero
disfrutadas por las personas potencialmente atacadas por el racismo,
pues hallan en ellas cobijo. Una abolición de las corridas de toros,
sin duda enoja a quienes se divierten viendo morir no humanas, pero
satisface a quienes odian la tortura y muerte de no humanas, y por
supuesto beneficia a las propias no humanas. Insisto en ello, porque
toda acción conlleva unas consecuencias de malestar para unas y
bienestar para otras, cuyas incompatibilidades por supuesto sabemos
maduramente absorver como individuas y comprender como sociedades.
Todo ello nos arroja inevitablemente a aceptar con vergüenza que
prohibir a veces está bien. Donde la ética no destaca, lo hace la
ley, la ley debe actuar sólo cuando la Idiota Ética actúa.
El
carnismo, carnivorismo, omnivorismo o como se quiera denominar al
derecho a matar para el capricho del sabor, es practicado
básicamente por Idiotas Éticas, personas afectadas de un cierto
subdesarrollo en la moral y la empatía positiva, el cual les permite
usar y defender la legitimidad (autoproclamada) a nacer, engordar,
torturar, cazar y ejecutar a seres sintientes para deleitarse con sus
flujos, sus menstruaciones, sus pieles o sus cadáveres. Todo esto
sin detrimento en la mayoría de los casos, de su afinidad, apego o
amor por individuas de su propia especie. Dicho apego específico a
menudo se quiebra cuando las individuas se llaman Hitler, Stalin,
Thatcher o cualquiera de las dictadoras del mundo, porque entonces se
comprende que se divorcien de dicha afinidad específica y puedan
incluso desearles la muerte como mal menor. El apego del que hablo
sin embargo, se disgrega para reservar a dichas monstruas el destino
que enigmática y paralelamente han escogido para una cabrita de dos
semanas de vida, y de la cual somos incapaces de comprender la culpa
que se le achaca.
Bien,
sí somos capaces de comprender: la culpa de las no humanas -valga
aclarar- es únicamente su sabor, puesto que si los animales llamados
de consumo tuvieran una carne hedionda y de sabor nauseabundo, el
mito de las proteínas y la mítica necesidad de productos animales
se diluiría inmediatamente, y la industria del nacionalespecismo -el
holocausto no humano-, prácticamente desaparecería. En la Idiotez
Ética se equipara la comprensible aunque deleznable inercia de
castigar a alguien por lo que HACE,
con la incomprensible y deleznable inercia de castigar a alguien por
lo que ES,
por su condición natural, bien sea mujer, negra, homosexual, oveja,
pollo o pez. Dichas segundas personas -humanas o no-, son castigadas
por poseer morfologías concretas que, en la programación de la
Idiota Ética, justifican su tormento. Y aquí entiendo como castigo
la vulneración en sí misma, independientemente de si hay crueldad
en dicho acto o no.
Dentro
de la Idiotez Ética, encontramos dos fenotipos diferentes: la Idiota
Ética activa y la Idiota Ética pasiva. La primera es el verdadero
peligro, la segunda somos la mayoría. Aún siendo veganas, aún
comportándonos de modo ético según creemos, no valoramos la
profundidad de nuestra huella ecológica de consumo o nuestras
actitudes políticamente especistas, votando a políticas de
explotación y consumiendo productos ecoilógicos, cuya producción
corporativa ha supuesto directa o indirectamente la muerte y el
sufrimiento de muchas personas, humanas y no. Desde los plátanos al
petróleo, el sistema de abastecimiento actual de insumos produce
víctimas, y las alternativas como la permacultura vegana, el
decrecimiento y la austeridad son tratadas como utopías por un
cierto número de Idiotas Éticas, pese a que han sido durante
milenios la base de la civilización.
Un
tipo menos escrupuloso de Idiota Ética pasiva come carne y viste
cueros, no va al circo por considerarlo injusto, justifica los zoos
en base a la codificación mediática recibida acerca de la
conservación, pero siente
que algo no está bien. Todas conocemos a muchas de ellas entre las
amistades, la família, las compañeras de trabajo, etc. Se hallan en
puntos diferentes de una circunstancia vital como la sucedida a las
vegetarianas o veganas en algún momento, con un enorme potencial de
aprendizaje eso sí, y una evidente susceptibilidad de cambio de
hábitos y cese de financiación de la explotación.
La
propia palabra explotación delata connotaciones de arrasamiento de
recursos, destrucción y agotamiento, en ese plano de la Idiotez
Ética se encuentra la más peligrosa de las Idiotas Éticas, la
activa. La Idiota Ética activa explota sin prejuicios ni escrúpulos
a sus víctimas, posa en fotografías con sus "trofeos" de
caza, con sus "muñecas" en las famosas fotos de la cárcel
de Abu Ghraib, vitorea en las corridas de toros, deforesta montañas
enteras, crea zonas muertas de océano y se exhibe en las miles de
imágenes que vemos por internet de verdugas torturando todo tipo de
animales, en comportamientos homófobos activos, en actitudes
religiosas excluyentes, en destrucción de ecosistemas, etc.
Aunque
pueda haber cierta repulsa a dichos actos, y aún siendo en ocasiones
detenidas porque un cierto sistema judicial así lo determine,
resultan mayoritariamente impunes, especialmente en los casos de
violaciones a no humanas. Si bien es cierto que el asesinato de no
humanas es legal, la sociedad ha pretendido estimar como decente
otorgarles ciertos reglamentos a las ejecuciones (en sustitución de
los tradicionales ritos), los cuales lo único que han conseguido es
aumentar hasta niveles históricos récord la destrucción de la
vida, pues la sociedad se siente mejor regulando el mal, en lugar de
trabajar activamente por erradicarlo en la medida de lo imposible.
Es
cierto que algunas Idiotas Éticas activas, conscientes finalmente de
su propia idiotez ética, logran reconvertirse en Idiotas Éticas
pasivas -la mayoría-, aunque raramente en veganas. Por lo tanto una
lucha importante para conseguir niveles de bienestar generales para
todas las criaturas sintientes del planeta en que vivimos es acotar
los mecanismos legales sociales existentes, para que la Idiotez Ética
sin intenciones de cuestionar su comportamiento, no pueda actuar
impunemente. Dentro del camino único de la concienciación
lamentablemente tenemos muy pocas posibilidades de triunfo.
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