LA VIDA DE
JOHN K.
Mañana a las 17:00 en punto van ejecutar a la persona de
John K. Hace 4 años cometió tres violaciones sexuales de cuerpos que ella misma
asesinó previamente. Fue detenida y arrestada en el lugar de los hechos,
cubierta con la sangre de sus víctimas, Margaret de 11 años y Elisa, de 15. La
madre, Samantha S. de 45 años también fue violada sexualmente junto a sus hijas
cuando todavia sus cadáveres estaban calientes. La misma John K. jamás negó los
cargos. Culpable de tres homicidios en primer grado. El estado donde sucedieron
los hechos es Texas. Eso significa Pena Capital.
La sentencia es firme, tras 7 meses de corredor de la
muerte, al final se llevará a cabo la condena. No habrá una letrada competente
que en el último instante apele consiguiendo una prórroga. No habrá nada, sólo
una camilla, unas cinchas de cuero y las inyecciones pertinentes que detendran
sus funciones fisiológicas hasta el momento del óbito, con la detención del
pulso y la posterior muerte cerebral. De momento espera, sentada en la celda.
Se ha confesado a la capellán de la prisión, para garantizar que entrará en el
cielo de aquel dios que ordenó y permitió llevar a cabo su acción. Ha tomado
una ducha caliente y ha pedido su última comida, la cual consume lentamente. De
primero, caldo de gallina ( le recordará al que tomaba cuando era niña en la
casa familiar ), de segundo un buen filete de ternera, grueso y poco hecho,
como siempre lo prefirió. Omite el postre, pero se fuma un cigarrillo. Su
último cigarrillo. El último cigarrillo en la vida de John K.
Toda la escena es trágica para las víctimas visibles del
drama. Sus tres muertas y ella misma, víctima de un sistema injusto
probablemente. No sabemos de su biografía, la cual pudo sin duda haber sido el
desencadenante del desarrollo de los acontecimientos. Hablamos de los derechos
humanos, de sociedades mal construidas, incluso pueden hacerse muchas peliculas
y escribirse muchos bestsellers con el tema, inquietante, controvertido.
Nadie advierte a las otras víctimas. Las ocultas. Las
nadie.
El cuero de la camilla procedió de cerdos que nacieron
con una condena a Pena Capital por el hecho de nacer. El caldo de la última
comida de John K. fue hecho con una hembra de ave a la que degollaron sin
juicio alguno. El filete era un trozo de una persona no humana que no tendrá un
bestseller que visualize su victimario, ni una pelicula que gane un premio por
haber llegado al corazón del jurado. Los perros intoxicados para testar el cigarrillo
y el líquido letal de la jeringuilla de John K. no tuvieron ni siquiera el lujo
de las abogadas más incompetentes. No tuvieron más que vidas de encierro y
muertes dolorosas.
John K. va a ser ejecutada, no necesita las proteínas
mágicas del consumo de carne, ni el ineludible aporte de hierro imprescindible
para subsistir, ni el calcio de la carne para defenderse de la osteoporósis.
Sin embargo ha pedido esos platos. La última comida de John K. ha sido como
cualquiera otra de cualquier persona de su país. Una comida hedonista, injusta,
violenta. Innecesaria.
No podemos llamar injusto a un sistema que no ampara a
las individuas más frágiles, dando segundas y terceras oportunidades a las
individuas más conflictivas de la sociedad, pero negándolas a las inocentes, a
las únicas verdaderas inocentes. Mientras ello ocurra jamás podremos aspirar a
construir sociedades equitativas. Cuando dejemos de matar a los animales no
humanos, entonces podremos empezar a soñar salvar nuestra humanidad, desde un
principio universal de respeto. Sin necesidad de juicios porque no sucedan
crímenes.
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