"¿Y qué
tiene que ver el océano pacífico con el silencio?
Roberto Bolaño
LAS GILIPOLLAS PROBABLES
Un
año más he vuelto a España, un año más me he vuelto a deprimir con esa farándula
patriarcal y torpe llamada sociedad española, sangrienta, pringosa, corrupta,
salchichera, caracterizada por la libertad blindada de las delincuentes y el
enclaustramiento de las inocentes. He visto la televisión -espejo de la calle-,
con programas mongólicos, hechos por mongólicas y para un público mongólico, carteles
de conciertos de músicas mongólicas para espectadoras subnormales, el festival
del subdesarrollo sensitivo, un teatrillo de farsa esperpéntica sin el més
minimo viso de critica. He vuelto a la España de juezas proxenetas, de
chulaputas uniformadas, de ignorantes con corbata y sueldo a perpetuidad, la
España de las sicarias económicas, de los suicidios por deshaucios, de la
arrogancia de una dictadura llamada democracia, de la España del estado de
sitio a la dignidad, y a las más elementales normas de pacto social. He vuelto
a la España de las barbies del ppsoe, del que se jodan las desempleadas, del lavaos
okupas de mierda, del moríos negras de mierda y jubiladas de mierda, del todas
sois unas putas, del amordemadre, del vómito de cazalla, del tres al precio de
dos, de las asesinas armadas con sus títulos nobiliarios y universitarios, la
España aserejeada y macarenada, hundida hasta las rodillas en su propia
defecación real.
Queria
sentir piedad por su crisis económica, pero la he olvidado ante las colas en
las carnicerias, con ciudadanitas ansiosas de morros cocidos, testículos fritos
de oveja, cerebros de bebés de cabra y trozos de personas bajo la luz sucia del
neón. He olvidado mi compasión natural ante la institucionalizada impunidad
policial, ante el visionario ojo de Ester que no vió más, ante las casi 400.000
ladronas del bisnes político, ante la adoración al armamento, ante la escena de
racismo por parte de la seguridad privada que contemplé, ante el silencio
social por los recortes en las ramas que constituyen la legitimidad de un
estado y sin las cuales el estado deja de tener sentido para convertirse en
totalitarismo, ante una población eminentemente decrépita, envejecida por su
estupidez, que asesina personas no humanas y lo llama gastronomía.
Todas
somos protohumanas, pero algunas son más protohumanas que otras, por ejemplo
aquellas que desalojan el vientre sobre la ética para tratar de perpetuar el
fascismo de las corridas de toros, hitlercitas sin cacúmen para declarar sus
inclinaciones fascistas ni sus secretas intenciones de reanudar las actividades
de Auschwitz. Protohumanas amadas por la cámara y financiadas con fondos públicos, que afirman
que la midriasis es cultura, que la trepanación de un cuerpo es arte, que la
masacre de una vida y su ejecución legal es indisoluble a la gloria patria.
Protohumanas que roban el dinero a hospitales para engordar a toros y llevarlos
a tajar a la arena, ladronas corruptas que deniegan el derecho a libros de las
niñas para comprarle espadas nuevas al diestro analfabeto, criminales impunes
que se regalan entre sí trofeos a costa del erario público y del hinchamiento
de la deuda. Asesina es la que mata y asesina la que contempla matar sin
actuar.
He vuelto a España y a
su colonia catalana, a la penosínsula porque da pena y tristeza y asco, todo en
uno. España de corridas, rejoneos (con toros
o novillos), novilladas con picadoras, festivales, festejos mixtos,
corridas mixtas con rejones, becerradas, novilladas sin picadores y toreo
cómico. A la fermentada España que burbujea pompas de savater y puertourraco,
la ejpaña de las asesinas de la colza y de sanchesdragó, de sabina y de franco,
de bisbal y de cospedal, del condelequio y de los grises que ahora van de azul
marino, del proceso de burgos y el de la industria peletera a activistas por los
derechos animales, la España letrina de cigarros puros y gomina, del fracking y
los transgenicos, del olé y de su olor y de su hedor, a la España casta y
chulapa, rociera y polvorienta, chamuscada a gasolinadas de ritabarbera S.A., la
Ejpaña de pujol y mas, de chapucero y
rajón, de mamoncín y del quieroynopuedo santisegura, la españa de campofrio y
fofito fondoncito, a la españa carroñeada que adorna su gangrena ulcerante con
cinematográficas blancanieves llenas de tripa.
Aunque desciende el numero de espectáculos, aumenta el número de
profesionales taurófobos, es decir, aumenta la iletración de la población. Más
corridas equivale a más cenutrias. He vuelto, sufriendo un regreso más, a la
España de Boadella diciendo que las 101.557 votantes del Pacma era gilipollas
seguras, constando que se muere y que ante la incapacidad de conducir un vida digna
siempre queda el consuelo de soñar una muerte gloriosa, porque ese es el sueño
de las necias.
Ética
no contiene obligatoriamente la palabra estética, sin embargo al revés si debe
ser. Ninguna producción que pretenda ser estética debe olvidar el continente de
justicia, inherente a la consideración en una sociedad sana, y por sana, ética. Evangelizar tribus salvajes, democratizar
países a bomba limpia, pacificar protestas a porra limpia… son actuaciones
históricas repetidas en los milenios y que se siguen cometiendo a despecho del
crecimiento ético de las sociedades, en ese contexto se cometen seis crímenes a
las cinco de la tarde en horario infantil para recordarnos qué tipo de pais basura
es aquel que llaman Españacañi, bañado sin embargo por el indómito atlántico,
el viejo mediterráneo y el bravo cantábrico,
los mares de España, que no lavan su sangre por más que batan rabiosa y
hermosamente contra sus orillas.
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