Se
puede vivir sin comer carne como se puede vivir sin comer cebollas.
Podemos prescindir de lácteos y huevos como de automóviles
japoneses o mantelitos bordados. Nada de todo eso nos es
imprescindible, los usos y las costumbres son sólo eso: usos y
costumbres, que comienzan y concluyen en sí mismas, sin
condicionamientos genéticos ni imperativos naturales. Perpetuamos
modelos de comportamiento sin analizar su utilidad o función.
Copiamos y pegamos de las demás. Somos aburridas fotocopias de un
mal libro escrito con sangre, estupidez y rutina.
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